He dado un pequeño paseo, por mi mente, recordando viejas cosas desaparecidas en nuestra ciudad, y he sentido una gran tristeza. La mayoría de ellas desaparecieron sin dejar rastro, o tal vez se escondieron en lugares desconocidos.

La pequeña o gran historia de una ciudad la hacen sus tradiciones, sus reliquias urbanas, artísticas o simplemente los recuerdos que guardamos en el corazón siempre enamorado de nuestra tierra.

La piqueta ha estado muchos años sobre la ciudad, más de un siglo, destruyendo cosas que, si muchas veces no tenían valor artístico, sí lo conservaban testimonial de una época y de unos tiempos vividos por nuestros abuelos y que llegaron a nosotros por sus palabras, y otras que en la infancia alcanzamos a ver.

Es normal y lógico que la ciudad tenga que modernizarse, que existan cambios notables, pero a la vez estaría la buena decisión de salvar muchas cosas que ya serían irrepetibles.

La lista de cosas desaparecidas en Huelva es interminable. Recordar algunas de las que se fueron para siempre y de las que quedan esperando su destino es largo. Usted mismo podía hacer una lista de ellas si nació a partir de los años treinta del pasado siglo y quedará asombrado de tantos recuerdos onubenses.

Cierro los ojos y veo las farolas de la Plaza de las Monjas, “made in Morrison”, el antiguo templete de la Música, la Fuente Magna, los kioscos en las cuatro esquinas, la Glorieta del Muelle Norte, los bancos dobles de hierro en la plaza de la Merced, su Kiosco central con bellos azulejos y jarrones, la escalinata ante el salón regio en la Casa Colón, el monumento a Siurot en los jardines del Muelle, el depósito de agua para los trenes en la Avenida de Italia (hoy esperando su futuro, como la Estación o el Colegio de Ferroviarios), La antigua Fuente de las Naciones (hoy recuperada), aquel edificio junto a la ría al que denominábamos la Fábrica de gas, donde reposaban las boyas de la ría, el pretil que bordeaba la carretera de la Punta del Sebo, el Muelle del Tinto sin cortar su estructura, el mismo Muelle en su zona terrestre, la vieja draga rosario del puerto, el muelle Norte, las rosaleda de la plaza de la Monjas, el Avellano en la plaza de la Soledad, hoy precioso e histórico templo un día llamado de Santiago de la Espada, la farola delante del Cementerio Viejo de San Sebastián, la Palmera perdida hace poco en el Paseo del Bacalao que cumplía casi los mismos años que la Torre Eiffel, el Paseo del Piojito… ¡Y podíamos seguir mucho más..!

Era otra Huelva, pero hoy cuando va naciendo una nueva, quizás mas bella, pero con muchos recuerdos sobre sus hombros, tenemos la obligación de salvar los recuerdos que quedan que son los que dan solidez al pasado de aquellas generaciones que nos precedieron.

Os invito a seguir la lista de cosas que fueron y que todavía merecen un pequeño homenaje a la vida de una ciudad que nunca pasará al olvido de los buenos onubenses. La Huelva eterna.

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