El ser humano ¿es inocente por origen y esencia? Nace, se desarrolla en la inocencia, y aunque no lo sepa, lo siguen engañando durante toda su vida. De ahí parten muchos errores y equivocaciones durante su existencia. Se cree listo y cae en todas las trampas que cada día se les atraviesan en su caminar. Pero en ese vivir y sentir la inocencia está la baza de su vida.

Los sabios han descubierto que su ADN es maravilloso. El hombre es más que listo y él no lo sabe. Desde sus primeros días camina como un niño de la mano de las circunstancias, de su propio aprendizaje de las ciencias, y se cree el rey del mundo cuando en verdad llega a su final rodeado de dudas, misterios e ignorancias.

Hoy celebramos el conocido y gratificante Día de los Santos Inocentes, y lo hacemos rodeado de bromas, con el júbilo del engaño jovial y bromista a los demás. Es una tradición que va sucumbiendo. La razón radica en que nos vamos dando cuenta de que el mundo es más oscuro y difícil, más incomprensible en nuestros quehaceres, llenando las páginas del año de guerras, luchas entre hermanos, ideologías interesadas, vacíos de valores, y de un andar a ciegas por un oscuro túnel que no comprendemos porque buscamos la Luz que no encontramos.

En el juego filosófico del pensamiento, la inocencia nos deja mucho que pensar, admitir y ver con claridad.

Tal vez todas estas disquisiciones que nos hacemos en muchas ocasiones sean eso, pura inocencia de nuestro propio ser.

Estamos a tres días para terminar el año. El 2023 de nuestra era se acaba y parte de nosotros mismos ya se ha ido con él.

Pese a las fiestas que nos rodean, también forjadas en nuestra inocencia de querer ver los días con alegría, siempre nos llegada ese enigma de un Año Nuevo, a punto de aparecer.

¿Qué nos depararán los próximos meses que llaman a la puerta de lo desconocido? ¿Los viviremos? ¿O el plazo establecido para la naturaleza humana por un designio superior lo cerrará para siempre…?

En estos momentos muchos disfrutarán de gastar inocentadas de todo tipo y calibre sin pensar que las auténticas las hemos tenido hace unas semanas con el desastre de la borrasca Bernard o con el horror de Hamas, actuando en Israel, provocando contestaciones de fuego indiscriminado que padecen seres inocentes. ¡Estos sí que son inocentes!

Aunque nos creamos listos, la mayoría llevamos un lárgalo en la espalda cosido a nuestra piel. Es una marca indeleble que hace sonreír a quienes la ven, mientras que los protagonistas siguen sin conocer el motivo porque vuelan en la inocencia de la ignorancia.

Las doce campanadas están ya cerca. Las uvas de la suerte nos las comeremos, olvidando cuántas se nos han atragantado en el transcurrir del año.

Poco a poco nos va quedando una sola verdad: la esperanza confiada en Dios para vencer el miedo y la desidia.

Después de todo lo escrito quizás venga a resultar que el hombre y más la mujer, no son inocentes… ¡Saben más que Briján!

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