No crean que el título obedece al soniquete alegre y festivo de los momentos plenos de emotividad que vivimos los onubenses en determinadas circunstancias. No, hoy son un grito de lamento imbuido de pesimismo porque, una vez más, hemos podido comprobar el deterioro patrimonial e identitario de nuestra ciudad.

Y es que no es solo el incendio de la Estación, es la constatación de que el mismo es reflejo de una falta de planificación, programación y coordinación administrativa que acaba por producir daños cuantitativamente importantes y sentimental o identitariamente, a veces, irreparables.

Recuerdo el discurso de mi padre en su ingreso en la Academia de Médicos Escritores y Artistas, allá por los 60 y que se titulaba: "Huelva Luz y Esperanza". Un canto a las potencialidades de nuestra tierra, sustentado en una historia única, en lo universal, pero cuyas expectativas de aquel momento se han ido diluyendo quedándonos, la "luz" - regalo de la naturaleza - y los más optimistas, aún agarrados a la "esperanza" por aquello de que es "lo último que se pierde".

Pero, también, recuerdo el libro, mucho más reciente, "Huelva término" - vaya sarcasmo - del bueno de Manuel Muñoz que analiza con la objetividad que ofrecen los datos el deterioro constante de nuestras posibilidades de progreso.

Necesitamos, por tanto, y vistas las circunstancias del momento, liderazgos reales y comprometidos, no populismos superfluos ofertantes de soluciones simples a los complejos problemas que nos afectan. Tenemos que recuperar la personalidad y el alma como ciudad que nunca debimos perder. ¿Cuántos 3 de marzo nos harían falta ahora? y cuánta conciencia de nuestras posibilidades si creemos en ellas y trabajamos por ellas. Tenemos que reaccionar y no "mirar al tendido", la Huelva cabal sabe mucho de eso, ni aceptar "brindis al sol", vacíos de contenido y lo que es peor, sin planes ni memorias de ejecución.

No voy a citar desde el Agromán a la Estación de Sevilla, la cantidad de edificios y elementos urbanísticos que con un uso adecuado dinamizarían todas las actividades ciudadanas en cualquier tipo de facetas y complementarían aquello que ya nos identifica y yo participo de ello, pero que no pueden ser el aval indiscutible y único de onubensismo como el Recre, la Semana Santa, la Cinta o el Rocío… hay y debe haber más, tal cuales son, por citar algo, la Agencia Espacial, el proyecto Ceus, las infraestructuras y comunicaciones, el túnel de San Silvestre, el agua suficiente, una ciudad limpia y sostenible… En definitiva, Huelva, despierta de tu sueño conformista, abandona complejos y vuélvete, si es necesario y creo que lo es en endogámica, aunque afable y hasta un poco chauvinista, de manera que, respetando a todos y desde la exigencia, cuando se oiga la palabra: Huelva, Huelva, Huelva… nos respeten, también, a nosotros y en primer lugar quienes nos dirigen.

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