Estamos en esa época en que los grandes estrenos llegan, no sólo a las pantallas cinematográficas, sino también con las representaciones teatrales y musicales que acompañan el enlace entre el otoño y el invierno cercano.

En Huelva sufrimos durante un tiempo una crisis teatral que hacía que el telón de boca del Gran Teatro no se moviera. Pero fueron cambiando los tiempos, y en aquella sequía de hace décadas, Huelva se inventó su propia expresión escénica, haciendo nacer su propia vida teatral.

Sin duda alguna, la que más se recuerda en los anales de los aficionados onubenses, fue la Agrupación de los Hermanos Álvarez Quintero que mantuvo muchos años la afición local, allá en los cuarenta del pasado siglo, en sus representaciones en la calle del Puerto y otras en el Teatro Mora. En los años cincuenta la labor de la Obra Sindical de Educación y Descanso dio vida a muchas representaciones en grandes escenarios y en pequeños, como aquel del Callejón de Mora, de la Academia José Antonio. Teníamos lo que teníamos, es decir, lo que había.

De cuando en cuando grandes compañías nacionales se dejaban ver en el Gran Teatro con obras teatrales de categoría que movían todo el espíritu de la afición onubense. No faltaban las zarzuelas.

En los cincuenta, intentando que las grandes obras modernas fueran conocidas, aunque en poca dimensión de espectadores, apareció el Teatro Leído, del que tanto podría escribir al promover esta variedad en las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva. Al menos de esta sencilla manera grandes titulo mundiales, a veces escondidos por la censura, cobraban vida en salas llenas de aficionados, y en ocasiones en emisoras.

Y así pasaba el tiempo. El Gran Teatro se remodeló, el Teatro Mora pasó a la historia - ¡cuántas cosas se ha dejado ir la indolencia choquera! - y vinieron, ya recientemente, magníficos y loables intentos, que perduran, como el Teatro Lírico que tan buena y difícil labor mantiene. Todo un prodigio artístico.

Algún día escribiré sobre las personas que han sido baluartes de la defensa del arte teatral en nuestra ciudad y en muchos pueblos de la provincia. Merecen un recuerdo porque ellos fueron faros que dieron luz a tiempos oscuros en este desarrollo artístico.

En todo este panorama que recordamos, el más dañado fue el la Ópera. Muy pocas recordamos y, tristemente, algunas con música enlatada.

He tenido la suerte de tener muchos amigos actores teatrales de fama nacional, uno de los mejores, mi querido José Luis Gómez, e incluso haber adaptado varias obras extranjeras. Todos esos grandes protagonistas del Teatro español nos hicieron conocer la valía de ese arte de Talía que tanto entusiasma a muchos en argumentos hechos historias vivas en los escenarios.

Romper lanzas por el Teatro, con Mayúscula, es sin duda defender y trabajar por el estímulo y la conservación de un arte que, desde la comedia al drama, nos hicieron pasar emocionantes momentos sumidos en tramas argumentales de primera línea artística y literaria.

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