No sé si a ustedes les pasará lo mismo, pero les confieso que cada vez que el Decano vence y acumula una rachita de triunfos como la actual los lunes me levanto como Beatrix Kiddo al pedir aquel vaso de agua después de salir de la tumba tras ser sepultada viva por Budd y su odioso colega. Porque al igual que uno no puede dejar de tener presente cada minuto el orgullo por haberse evitado, hace apenas tres ratos, una desaparición cantada, tampoco puede olvidarse que seguimos en mitad de la cueva Verióvkina y que nos queda bastante para ver un mísero halo de luz. El agobio sigue, pero cada soplo de aire fresco en forma de tres puntos sabe a gloria, sí; tal y como ese sorbo le supo a 'La novia'.

Tiene la Grada de Animación -que cuando quiere es la mejor de las mejores- un cántico al ritmo del famoso 'Quédate' que reza algo así como "saldremos del infierno donde nos metimos". La letra bien podría ser "saldremos del infierno donde nos metieron" porque poca culpa tiene el aficionadito de a pie que anima, es fiel y paga religiosamente su carnet de verse ahora donde se ve, pero como aquel 'heroico' gestor no vino solo sino que le trajeron de la manita, y como al pozo no caímos por brujería sino por deméritos deportivos propios sin justificación alguna, en realidad la letra es bastante certera. El caso es que en este infierno en el que nos metimos a veces hasta disfrutamos del fútbol, porque la primera parte del domingo se asemeja a lo que uno espera ver más a menudo -se gane o no- y porque hay jugadores a los que, si están enchufados, da gusto contemplar. Lo de Peter ante los cartageneros, por ejemplo, fue un espectáculo admirable y sólo le faltó el gol para salir con las dos orejas y el rabo. Que sí, que el rival, que la categoría, que un filial… pero la demostración física, la calidad y el atrevimiento del nigeriano valen muchos quilates. Hasta intentó una entre varios rivales en carrera, 'a lo Ronaldo' el brasileiro frente al Valencia que algunos recordarán, que si le llega a salir nos tendría aún con los ojos como platos. Lucha al máximo, aptitud, descaro… no encuentro un cóctel mejor, ni para él ni para el resto del equipo, que ayude a salir de esta cueva. Peter acabó destrozado por el esfuerzo y yo así quiero ver a los míos siempre: retirándose del césped sólo porque no les queda una pizca de energía en las venas. Únicamente así se podrá salir de este Averno en el que nos metimos.

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