Ya volvió Huelva de la universal romería rociera y, seguro, lo ha hecho como dice el pueblo, ‘’cansados per contentos’’, pero llegados a este momento y reiniciando el ritmo habitual de lo cotidiano, todo nos ha de indicar que, pasado el protagonismo mediático festivo, nos adentremos en el reivindicativo que nos corresponde por historia, recursos y la democrática equidad entre ciudadanos que se nos viene negando desde tiempo casi ancestral.

Lo dugo con rotundidad y me pregunto el ¿por qué? Desde la convicción de que esta situación ha de llegar a su punto final. No tiene lógica alguna que una provincia sacrificada en su desarrollo en razón de su magia ambiental y territorial que beneficia a toda la UE, no tenga una contrapartida lógica, equilibrada y justa en su crecimiento en las zonas que lo permitan en conjunción con el medio ambiente y la generación de riqueza que permita el bienestar cuantitativo y social de los onubenses. Huelva no es, ni pide, ser más que otros, pero no acepta ser menos, entre otras cosas porque es única, como acabo de referir. Es por ello, que me permito dirigir esta reflexión en el presente y para que no decaiga en el futuro a quienes corresponda.

La Historia demuestra el carácter decisivo de nuestra tierra y nuestras gentes en los distinto avatares de la Humanidad, desde las ancestrales riquezas minerales que tanto aprecio tenían para las poblaciones de Oriente Medio, fueran la civilización y la cultura tartésica, los comerciantes fenicios, griegos, el uso por primera vez de la pólvora en Niebla y no, no voy a incidir en la significación del Descubrimiento, que el culmen de nuestra grandeza como pueblo pero es curioso, el relator mediático de la llegada del Hombre a la Luna fue el Onubense Jesús Hermida, así como Cervantes dedicó su universal Quijote al Marqués de Gibraleón… Y cuántos pueden tener un premio Nobel entre sus paisanos o dando un copernicano salto de actividad nuestra condición de pioneros en el país de deportes multitudinarios con una campeona mundial, olímpica… de una práctica ejercida por decenas de millones de asiáticos, tal cual es Carolina Marín. No tengo conciencia de un mayor porcentaje de territorio protegido y mejores distinciones territoriales que Doñana o la Gruta de las Maravillas, pero la contrapartida a esos beneficios generales no pueden ser los fosfoyesos, por citar un agravio de los muchísimos que podríamos referir.

En definitiva, somos únicos en los privilegios que la Naturaleza y la Historia nos han concedido; sin embargo, imperativamente debamos dejar de ser únicos en aislamiento, ausencia de dotaciones y recursos. Merecemos uch más que incomunicación y olvido, por ello, ya que inicié recordando el Rocío, termino con el quejío del cante nuestro, diciendo a quienes tienen obligación de entenderlo que: ¡ay, mi Huelva / que tiene el corazón partío / por una mala hería / que Huelva no merecía / ser rincón perdío / y olvido de Andalucía.

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