Juan Manuel Marqués Perales

Vox cruza todas las líneas rojas

Crónicas levantiscas

Nuestros jóvenes de estética garrochista han encontrado en Vox y Alvise un modo de expresar su berrinche sin causa

16 de junio 2024 - 00:45

Jesús Maeztu dejará de ser el Defensor del Pueblo Andaluz, cumplió 81 años y lleva desde 2013 de tribuno de la plebe, de modo que el buen hombre se ha permitido pedir un deseo en su despedida del Parlamento: le gustaría que le sucediese una mujer. Ya toca, esta institución ha tenido en 40 años de historia a tres defensores hombres, Manuel Conde-Pumpido, José Chamizo y Jesús Maeztu, y en Andalucía hay mujeres de sobra comprometidas y preparadas para ello; hemos tenido alcaldesas en todas las grandes ciudades, una presidenta de la Junta y tres del Parlamento, pero a la bancada de Vox esto le ha sonado a “dedazo de cuotas de género”, a dictadura feminista, masculinicidio institucional o alguna otra chaladura ideológica de éstas que inventa el que sin duda es el grupo más dogmático de la Cámara andaluza.

El parlamentario de Vox Benito Moreno se ofuscó al escuchar a Maeztu, fue oír la palabra mujer y saltar como un resorte, casi como si el Defensor del Pueblo hubiera ofendido a los adorables Javier Milei o Benjamin Netanyahu. “Señor Maeztu –aseguró, masculinamente indignado–, su sucesión deberá ser para quien lo merezca”. Olé la meritocracia.

El día siguiente fue peor. Manuel Gavira, que es portavoz de Vox y una persona más asentada que el parlamentario ofuscado, acusó a Juanma Moreno de permitir “el adoctrinamiento en las aulas, pederastia incluida”. Los de Vox sueltan estas barbaridades sin que les tiemblen las pulseritas, han perdido el sentido de la proporcionalidad, imputan un delito de tales características al presidente de la Junta y ya están pensando en la siguiente, Alvise les aprieta, Iker Jiménez les inspira.

En el Gobierno andaluz han dejado de entenderse con Vox, han asumido que con tales personajes no conviene juntarse, aunque queda la duda de qué harían si Juanma Moreno no gozase de la mayoría absoluta que le permite gobernar sin aliados. Hay muchos dirigentes del partido que son conscientes de esto, de esta debilidad del PP para pactar con otros que no sea la extrema derecha y lo que vienen reclamando a Génova es que trace unas líneas rojas para futuros acuerdos con Vox, un puñado de consensos que no están dispuestos a pisotear. El trato diferenciado contra la violencia de género es uno de ellos, como el respeto de las identidades sexuales, la aceptación de la inmigración y la asunción de que el cambio climático es uno de los grandes retos que ya hemos comenzado a afrontar, todo eso que la derecha iliberal desprestigia como cultura woke, se llame Vox, Alvise o Milei, y que ha encontrado entre nuestros jóvenes de estética garrochsita un modo de expresar su berrinche porque el mundo los ha hecho así.

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