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Psicología y salud: Ruptura de pareja: ¿hay buenos y malos?

Discusión de pareja. Imagen de archivo.

Discusión de pareja. Imagen de archivo. / M. G. (Huelva)

Cuando uno decide dejar a su pareja es muy duro y difícil. Ya sabemos que a quien dejan lo pasa peor, ya que no quería tomar esa decisión. La mayoría de las veces suele haber terceras personas (no siempre) porque nos falta el valor de dejar a alguien de quien nos hemos desenamorado, y con la que llevamos mucho tiempo. Esa tercera persona suele servir de trampolín, aunque luego no funcione. O sí. El caso es que esta persona viene a sacarnos de nuestra zona de confort.

Hablo aquí siempre de los casos en los que está claro que el amor se ha ido y no es una crisis de pareja. Ya no somos felices, y aunque nadie hace feliz a nadie, sí podemos hacer la vida más agradable a las demás. Pero al no ser felices, lo transmitimos a nuestra pareja y a nuestros hijos, si los tenemos.

Parece que quien deja es un asesino y aquí aparecen los juicios: “qué malo/a, que ha dejado a su pareja y a sus hijos”.

Lo ideal es ser lo más elegantes y sinceros, con empatía a ser posible, pero, claro, ahí nos falta madurez para quien deja y para quien es dejado. Aparecen los reproches, las críticas, los amigos toman partido por uno o por otro, quien deja se siente jugado por todos, se queda solo, a veces incluso de su propia familia, padres y hermanos. ¡¡Pero el amor se va y se va!! Las formas son las que siempre se pueden mejorar.

Recuerdo a un paciente que llevaba tres años medicado por una depresión profunda. Él no le había explicado a su mujer lo que le pasaba. Ni a nadie. La cuestión era que se había desenamorado de su mujer, pero, según contaba: “¿Cómo la voy a dejar si es la mejor madre, esposa? Pero ya no siento lo que tendría que sentir. Lo he intentado todo: hacer más viajes juntos, salir más, tener más relaciones…".

Los motivos por los que el amor se va pueden ser muchos. Desde la baja química entre ambos, desinterés por la pareja, falta de cuidado atención y cariño el uno con el otro, volcarse con los hijos y olvidarse de uno mismo y de la pareja; la aparición de otra persona... También se da en las parejas en las que uno de los dos ha hecho muchos desplantes, rechazos, maltratos físicos o psicológicos...

Discusión en una oficina. Imagen de archivo. Discusión en una oficina. Imagen de archivo.

Discusión en una oficina. Imagen de archivo. / M. G.

Las personas que dejan también sufren y pasan por su proceso de duelo. Quien deja también pasa por un miedo a un futuro solo y la culpa de sentir el dolor que el otro está sintiendo como consecuencia de su decisión. Cuanto mayor sea el tiempo que lleva la pareja, mayor será la dificultad y el miedo a dejar al otro. Aunque el dejador tenga claro que quiere hacerlo, si siente dudas por lo culpable que se siente, pasará por un terrible infierno: “Lo digo, no lo dejo...”, aunque sabe firmemente que es lo que desea.

Hay veces en las que una persona quiere dejar a su pareja pero se siente culpable y es muy probable que vuelva y que se convenza de “intentarlo de nuevo”. Pero, claro, como yo digo, “alargamos agonías”: a corto plazo la persona se libera pero a medio-largo plazo se cronifica. La ira del dejado se convierte en un campo de batalla, en una tercera guerra mundial.

Otra cuestión es la parte económica y los hijos, cuando los hay. Aquí toda la artillería pesada pasa por utilizar a los hijos poniéndolos en contra de quien deja. Pero los hijos no necesitan padres juntos sin ser padres felices.

Hay un caso claro con Shakira. Es cierto que ser dejado por otra persona y de manera pública no es un plato de buen gusto, todo lo contrario. Pero ese despecho no te va a hacer curar antes el dolor, y en este claro ejemplo, los grandes sufridores son los hijos. Cuanto más se quiere uno mismo, mejor llevará la ruptura, ya que tendrá claro que no va a mendigar amor. Si el otro se ha desenamorado, hay que dejarlo ir.

Como definía Jorge Bucay, “el amor es la decisión de trabajar activamente por la libertad de otra persona para que pueda elegir qué hacer con su vida aunque no te incluya”. Estamos en pañales respecto al amor, a amar de verdad.

Cuando se ama de verdad no se puede pasar del amor al odio en un día. Para quien deja es muy difícil y duro, pero siempre animo a que cuando esté a solas y le venga la duda, ese miedo a la soledad, ese vacío, que no vuelva con su pareja para aliviarlo, que vuelva sólo porque realmente sienta que quiere volver para solucionar y mejorar, ya que el refuerzo intermitente, una de cal y otra de arena, hace muchísimo daño por que alimenta la esperanza imaginaria.

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