De Madrid al cielo y del 7 a la eternidad. Es la historia de Antonio Núñez, un jugador diferente convertido en héroe del pueblo al que Huelva le rindió su merecido tributo. El Nuevo Colombino lo hizo suyo y él sintió como su casa un estadio que ya no vivirá nunca más sus arrancas por la derecha, sus exhibiciones de compromiso ni su ejemplo profesionalidad. Le quedaba una última jugada. Fue sin balón y con el corazón encogido. Saltó al césped, sintió el cariño una vez más de la afición y se llevó su última ovación 139 encuentros después de su aterrizaje hace cinco años en Huelva.

Núñez pisó el césped minutos antes de comenzar a rodar el balón. Hizo el saque de honor acompañado del presidente, Manolo Zambrano, mientras en el palco contiguo al de autoridades sus padres y familiares lo presenciaban emocionados. Hubo lágrimas sobre el verde y la grada mientras el Nuevo Colombino se dejaba la garganta con el 'Antonio... Núñez, Antonio... Núñez' que tantas tardes coreó. Con la grada de animación siempre tuvo una relación especial. Una gran pancarta con el lema Oh capitán, mi capitán presidió su salida al campo y además recibió una placa de recuerdo. El eterno capitán onubense sólo acertaba a tocarse el corazón, aplaudir y el escudo de la camiseta con su nombre que le había entregado el presidente.

La semana fue intensa para el excapitán albiazul. Aguantó las lágrimas en su despedida del miércoles, vivió días de agasajos y tributos para disfrutar como un niño de la cena en la que peñistas y trusistas le quisieron agradecer lo mucho hecho por la supervivencia de la entidad albiazul. Recogió el cariño ganado en cuatro temporadas para olvidar en lo deportivo, pero que curtieron el carácter de una afición que demostró ser de otra pasta. Como Antonio Núñez, un jugador diferente que siempre será un recreativista. Se retira el 7, quedará su recuerdo.