Un medio nacional aludió hace unos días a lo acertado del titular de portada de este diario: ‘Ahora sí, empieza la campaña’. Marcábamos así el pistoletazo de salida a la carrera por las alcaldías, al menos de manera formal. La campaña electoral, ésta y todas, se han desvirtuado de tal manera que uno tiene que concentrarse bien para distinguir el mensaje de estos días con los que recibe a diario. Y sinceramente, me sobra más de la mitad de lo que todavía se denomina campaña. Con una semana tendría días suficiente.

Hace unos años el pueblo sabio le brindó un experimento interesante a sus dirigentes. La repetición de las elecciones generales por la imposibilidad de nuestros líderes sesudos de ponerse de acuerdo (es que a veces les pedimos cosas muy complejas) hizo que nos viéramos ante las urnas semanas después. Por decoro se optó por reducir la campaña electoral a una semana. Si repiten los mismos, prometiendo lo mismo y tratando de convencer a los mismos qué sentido tenía lo contrario. Era un derroche sin ninguna justificación. Una decisión acertada.

¿Qué pasó? Nada, salvo que ganamos una semana de paz mental sin bombardeos dialécticos y Albert Rivera firmó la sentencia de su proyecto político por jugar al Risk. Todo se desarrolló con la normalidad habitual, sus debates televisivos, los mensajes reciclados del trimestre anterior y los españoles acudimos a depositar nuestro voto el día que nos tocó.

Estoy convencido que si la campaña electoral comenzara hoy el resultado del 28M sería el mismo que llevando ya a nuestras espaldas casi 10 días de promesas. Con la sobreinformación que tenemos actualmente, el uso constante de la promoción institucional y los canales de comunicación directos con las redes sociales u otras plataformas el margen para convencer al electorado en dos semanas es mínimo. Tu votante ya lo era antes de empezar la tourné. Pero es más. Si por ejemplo decidieran reducir la campaña a 24 horas y nos dijeran que el XX de noviembre tenemos que ir a votar a nuestros representantes en el Congreso de los Diputados no necesitaríamos más que una presentación de los mismos para conocer las caras nuevas de haberlas y el horario.

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