Las cifras son frías pero hay veces que se comportan como una imagen y prácticamente hablan por sí solas. Aquí, un ejemplo: en Huelva hay casi 17.000 hogares (16.900 para ser exactos) en los que no entra un sólo euro, una sola nómina, porque todos los miembros que conviven bajo su techo están en paro. El dato deja helado a cualquiera y no es para menos.

El drama de las familias con todos los miembros activos en paro es real. Sin embargo, el Gobierno (sea del color que sea) se olvida de él cuando trimestralmente sale la estadística de la Encuesta de Población Activa.

Siempre se habla de la mejora o empeoramiento de las tasas, del aumento o descenso de los inscritos en las listas del antiguo Inem o de la capacidad o no para la creación de nuevos puestos de trabajo. Cada Gobierno interpreta o destaca la valoración que le aporta una mejor imagen y el análisis que hace públicamente depende muchas veces del puesto desde el que se habla y no tanto de los resultados. Entretanto, se quedan en el camino las historias de esas familias que subsisten como pueden para llegar a final de cada día .

A pesar de la recuperación económica, todavía existen en España más de un millón de hogares en los que todos sus residentes, sin excepción, están sin trabajo y el 27% de ellos se concentra en Andalucía.

Con este panorama no sorprende que el paro sea el principal problema que los españoles creen que tiene España, según dejó clara la última macroencuesta del CIS. Pero aún así, poco se ha concretado durante la última campaña sobre posibles medidas que haya en mente para ponerle freno a la situación. En los actos públicos se pasa de puntillas por el tema y quizá haya llegado ya el momento de poner los puntos sobre las íes. Ahora, tenemos una segunda oportunidad y aunque los ayuntamientos no tienen competencia directa en la materia, sí pueden tender la mano a esa política de cercanía que el próximo día 26 nos llevará de nuevo a la urnas.

Los partidos lo saben y los candidatos que ya se han presentado oficialmente han hecho el primer guiño. Y es que la falta de trabajo es el eterno caballo de batalla de los partidos políticos, que se sienten impotentes ante la incapacidad de atajar un problema estructural al que también le faltan medidas coyunturales eficaces. La situación es grave y el momento es más que apropiado para sentarse y trabajar en soluciones concretas que permitan enderezar la situación y, después, reconducirla para mantenerla en el tiempo.

Hay 17.000 razones.

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