Ya huele a azahar pero, un año más, nos quedamos sin el aroma que forma parte del ADN de este tiempo y hace de Huelva una ciudad singular, con la cera quemada de los cirios entre los dedos de los más pequeños, la fragancia humeante del incienso inundando las calles y el sabor a hornazo que esconde cada municipio de nuestra geografía.

Hoy no tendremos el nerviosismo por levantarnos temprano para ver cómo es el azul del cielo de este Domingo de Ramos. Ni tampoco el ajetreo en las casas desde bien temprano para controlar segundo a segundo, casi de forma enfermiza, la evolución de las nubes y posibles chubascos que nos acompañan durante todo el día hasta que veamos asomarse la cruz de guía del primer paso de nuestras cofradías.

Un año más no podremos contemplar emocionados el paso de las imágenes por cada rincón de la ciudad... No. No sentiremos el cosquilleo de cada paso, ni el hormigueo que deja el racheo de los costaleros que se difumina como el eco al doblar la esquina. No habrá hoy tampoco bares y restaurantes a rebosar, sólo algunos pasos expuestos en iglesias y capillas.

Esta Semana Santa se vivirá más en la intimidad, sin la pomposidad a la que contribuyen los desfiles, las bandas de cornetas e incluso las bullas de quienes las acompañamos cada año. Y sin todo ello, también nos quedamos si la sonrisa de los recepcionistas entregando las llaves de las habitaciones a los clientes que llegan dispuestos a tostarse al sol aunque para ello hagan falta jornadas sin descanso sobre la tumbona. Sumamos más de doce meses sin reservas (¡inimaginable hasta ahora!). Y así no es de extrañar que los hoteleros ya den por perdida la temporada con la que cada año se abre la campaña en Huelva y miren ya al verano tras un año fatídico en el que se llega a soñar con resultados que se queden al 50% de los de hace dos como lo mejor que pueda llegar. Y es que de las casi 30.000 plazas hoteleras con las que cuenta la provincia de Huelva solo están en funcionamiento actualmente unas 3.500.

No es fácil participar en una procesión así, sin esa primera igualá a la llamada de "Tos por iguá" porque no la escucharemos hoy. Como muchos onubenses, no dejaré de mirar a mi alrededor para poder analizar lo que hacemos, tanto lo bueno, que es mucho, como malo, que también lo hay. Yo me comprometo a ello, sólo pido a quienes tienen la responsabilidad pública de contribuir a ello que hagan lo mismo porque el sector privado ya ha dado muestras de compromiso... El público, tiene mucho que decir... después de dos años. "Tos por iguá, (valientes)".

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