Paso firme

Ana Vives Casas

anvives@huelvainformacion.es

La que queda por venir

La puerta de casa se ha abierto al fin. Poco a poco. Nada mas salir, se oye en la primera conversación del descansillo la misma frase que retumba unos minutos después en la cola de acceso al supermercado o en la puerta de la farmacia: "Y la que queda por venir". Las distancias actuales nos obligan a una espera que nos socializa mucho más que antes y, aunque sea a dos metros, parece que estamos deseando hablar, asentir con cierta complicidad a quien espera junto a nosotros, para, una vez más, escuchar esa frase que ya se ha convertido en una queja generalizada. Estamos deseando poder salir con cierta normalidad a la calle, pero en el fondo nos da cierto desasosiego poder ver de cerca lo que intuimos que nos vamos a encontrar a la vuelta de la esquina. Y eso si no hemos pasado ya a formar parte de las listas del paro que se actualizarán el martes o de uno de esos miles de ERTE que tienen prácticamente colapsado el sistema de empleo.

Llevamos semanas escuchando a analistas decir hasta dónde puede quedarse el PIB o el déficit; el desempleo o la tasa de actividad, como si nos fueran a mostrar algo diferente a lo que ya sabemos que llegará. No hay más remedio y, salvo excepciones, va a tocar apretarse el cinturón; esta vez no será ni por el ladrillo ni por los bancos, sino por este bicho que ha hecho frenar en seco la economía porque ha puesto sobre las cuerdas los mercados financieros, el precio de las materias primas y el comercio internacional. El coronavirus ha echado el cierre a cientos de negocios y mandado a casa y al paro a cientos de trabajadores.

Tras un período de hibernación que nunca hubiéramos imaginado, es el momento de comenzar la actividad, pero es necesario hacerlo con medidas concretas, sobre todo reales, que se adapten al panorama que tenemos, al tejido empresarial que ha sido soporte del empleo en esta provincia. De nada sirve que se dicte desde la distancia una catálogo de normativas que nada tienen que ver con ello y, peor aún, con nuestra idiosincrasia. ¿De verdad alguien se cree que es rentable abrir una terraza dejando prácticamente dos tercios de las plazas anuladas? ¿Que un hotel va a reactivar toda su maquinaria para dejar entrar únicamente a clientes de la misma provincia que no podrán hacer uso de piscinas o del resto de instalaciones comunes? Y si al empresario se el impone una forma progresiva de ocupar sus mesas, ¿qué hace con su personal? ¿No sería mas lógico que pudiesen incorporarse de forma progresiva a medida que vaya aumentando la actividad?

Si queremos que la desescalada no deje aún más quiebras en el camino de las que el bicho nos ha echado en la cara durante las últimas semanas, hay que afinar más y ser más flexibles. Huelva se lo merece.

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