Para desarrollar un modelo turístico de éxito, el tráfico fluido de personas y su movilidad es una de las claves del mismo, en Huelva estamos tan obcecados en reclamar infraestructuras básicas, que no nos damos cuenta de que hay otras carencias sin las cuales, aun consiguiendo el ansiado AVE, seguiríamos siendo un destino desestructurado.

El problema del turismo de Huelva no se limita a llegar, que ya es un hándicap importante, sino que una vez dentro no existe fluidez en la interconexión de los núcleos turísticos, creándose así, en la costa, cuatro zonas sin conexión entre ellas.

La solución, como siempre en estos casos, viene de la mano de infraestructuras que no son baratas, pero que se rentabilizan con la generación de negocio en las zonas de influencia. Así, en nuestra costa faltan tres puentes que conseguirían, no solo una movilidad entre zonas que hoy no existe, sino también paliar en parte la elevada estacionalidad de nuestro destino. Y no, no estoy hablando del puente a Cádiz.

El primer puente uniría Isla Cristina con Punta del Moral, no tanto para comunicar el pueblo de Isla Cristina con Ayamonte, como para comunicar dos zonas con proyección turística como son Isla Canela e Islantilla, ofreciendo movilidad a los turistas alojados en los hoteles de ambas zonas cosa que hoy no se produce ya que, si en línea recta son unos 500 metros lo que separan ambas orillas, se obliga a realizar un trayecto de unos 30 kms por carretera.

El segundo puente, de hecho, se comenzó a construir en los años 80 y se llegaron a colocar los primeros pilares, es el puente entre el Rompido y el Terrón, uniendo los núcleos turísticos de Punta Umbría con Islantilla, un puente que nuevamente, con escasamente medio kilómetro, evita una vuelta de unos 20 kms, atravesando zonas de tráfico congestionado como son Lepe y Cartaya. Este puente fue paralizado por la presión de ecologistas de pocas miras, que aparte de dejar incomunicadas dos zonas con gran potencial turístico, lo que consiguieron fue aumentar el impacto medioambiental generado por los coches que se ven obligados a hacer un recorrido 20 veces mayor para salvar la misma distancia.

El tercer puente es una vieja promesa que se vendió a bombo y platillo, pero que quedó solo en un proyecto como tantos otros. Me refiero al puente que uniría Punta Umbría con Huelva por la estatua de Colón. Este puente no solo acercaría a Huelva la playa de Punta Umbría, sino que conectaría en tiempo razonable las playas de Matalascañas y Mazagón con el resto de la costa, aunque quizá sea el menos defendible ya que aparte del impacto medioambiental de una zona de especial protección y sensibilidad, no es tanto el ahorro en distancia como en tiempo lo que facilitaría.

En definitiva, tres puentes, o al menos dos muy defendibles y recomendables, que vertebrarían nuestra costa, permitiendo por ejemplo que un turista alojado en Costa Esuri se planteara ir comer, o a echar un día en Punta Umbría o viceversa, algo que actualmente es impensable.

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