Cuando la política no funciona

El ruido que consiguen generar estos movimientos ciudadanos contrasta con el silencio de algunos representantes políticos

ú LTIMAMENTE están apareciendo diferentes movimientos ciudadanos cuya única finalidad es la reclamación de infraestructuras que la sociedad onubense considera básicas para garantizar el desarrollo futuro de nuestra provincia. De esta manera surge la plataforma para el túnel de San Silvestre, la plataforma por el AVE, el movimiento ciudadano por el proyecto CEUS o la plataforma por las infraestructuras. Todos estos movimientos tienen un punto en común, el deseo de conseguir proyectos que están paralizados o ni siquiera se ha comenzado su tramitación, pero se consideran fundamentales .

En estas estructuras informales creada por los propios ciudadanos nadie cobra nada y no hay una organización jerárquica, ya que los integrantes actúan sin ánimo de lucro y luchando por lo que creen que es justo y necesario. Y eso es muy loable por parte de las personas que se involucran con dedicación de su tiempo y en algunas ocasiones con parte de sus recursos económicos, salvo por el pequeño detalle de que este instrumento ya existe pero además de manera retribuida, organizada y con los medios precisos para realizar su trabajo. Se llama política y para ello se ha contratado en ocasiones a demasiadas personas, que llamamos políticos y se les ha dotado de medios y poder con el que ya quisieran contar muchas empresas.

En una empresa cualquiera, si contratas a un trabajador que no cumple con su cometido se le despide y si es por causa justificada sin indemnización. En la política si no se cumple con el trabajo se crea una plataforma paralela para realizar lo que no hicieron los políticos.

En algunas ocasiones el ruido que consiguen generar estos movimientos ciudadanos contrasta con el silencio de algunos representantes políticos. El papel de los políticos que representan a instancias supraprovinciales en el territorio tiene una doble dirección. Por una parte, trasladar a los ciudadanos las decisiones del gobierno de turno, cosa que generalmente cumplen muy bien. Pero también tienen la obligación de trasladar a los entes decisores las demandas de la sociedad de Huelva y pelear por que se consigan en plazos razonables. Cuando esto falla es cuando surgen los movimientos ciudadanos. La fuerza de estas agrupaciones deriva precisamente de su carácter apolítico con la única finalidad de conseguir un objetivo colectivo, logrado el cual el movimiento se autodisuelve.

Las plataformas de la sociedad civil son en última instancia un tirón de orejas a los políticos que debieron pelear por su provincia y no supieron hacerlo o no pudieron por causas ajenas a ellos. En su defensa hay que reconocer que no siempre son los culpables, en ocasiones se trabaja duro y no se obtienen los resultados deseados, pero no les quepa duda de que la sociedad sabe reconocer estos esfuerzos.

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