Cojo aire, me pongo los auriculares y presiono el botón de On. El golpe seco anuncia el comienzo. El ritmo fuerte invita a disfrutar del primer movimiento (allegro) de una pieza de música clásica. Me encanta esa fuerza, esa firmeza que lo caracteriza. Empuja cualquier peso, retira cualquier obstáculo, problema y de paso, dibuja una expresión en el rostro que, además de todo lo que uno se quiera imaginar, estimula, relaja o da tranquilidad. Sí a pesar de lo dinámico, apresurado y veloz que pueda aparentar.

Desde la ventana todo parece tranquilo. La luz va entrando por la cristalera.

Las paredes dejan escuchar el crujido de sillas, el escándalo y el bullicio ordenado de una gran orquesta que anuncia un cambio. Subo el volumen y entre acorde y acorde, se repite la misma frase: "Es incomprensible", "inexplicable". Aquí, el compás es parecido, la partitura se ha elegido con una agudeza y delicadeza exquisitas y cada miembro de la orquesta ejecuta su movimiento como si de uno solo se tratase. La batuta es primorosa. Ellos lo saben y han empezado por ese movimiento enérgico cuando muchos han preferido hacerlo por el segundo, con esa melodía más lenta (adaggio) que anima al descanso. Pero a este lado no hay tiempo para ello. Nunca lo hubo y ahora menos.

Continúan los ronquidos de los ejes de camillas, sillas y cortinas. "Están adaptando más habitaciones", se escucha a lo lejos. "La situación es crítica". Las miradas se cruzan y el cansancio asoma en sus ojos, pero a pesar de todo no pierden la sonrisa aunque el límite se ha sobrepasado hace mucho tiempo, los músicos están más que agotados. Y a pesar de todo, lo único que piden es que seamos cívicos y cumplamos. ¿Es tan difícil? Llevan encima muchas horas sin respiro, con la presión de no querer fallar. Y la peor de todas, la incomprensión de muchos que hasta son capaces de mirar con cierta sorpresa y llegar incluso a pensar que son unos exagerados. O a reclamar lo que no nos exigimos a nosotros mismos: "Nadie lo quiso ver hace dos meses, hace tres..., y ahora..." Cerraron los ojos, se quedaron en los movimientos tímidos, lentos, en lugar de empezar con ese golpe de batuta de un gran allegro que cortara por lo sano. ¿Se equivocaron de pieza? No tengo duda y ahora se quiere dar un golpe ejemplar.

Shhhhhhh, no hagan ruido, que llega uno de los movimientos que más me gusta...

Ya.

Tenía ganas de escuchar música y de compartirla con ustedes después de que nos hayan recordado en la sala de espera (tranquilos, todo está en su sitio) que para disfrutar de una pieza hay que sentirla, comprenderla y tener plena consciencia del sentido y la letra. Disfruten del domingo. Off.

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