Entre dos orillas

Juan A. Romero

jaromero@paginasdelsur.com

Desde el mirador del señor obispo

Una de las vistas más privilegiadas de los cielos de Huelva que un onubense puede tener la suerte de contemplar la encontramos sin ninguna duda en los lueñes cabezos del Conquero, y en particular en uno de los miradores más simbólicos que existe, el de su obispado. A ese balcón celestial se asoma desde el pasado 25 de junio de 2020, día en que tomó posesión como sucesor del muy querido obispo emérito José Vilaplana, el prelado castellanomanchego Santiago Gómez Sierra, un hombre que vive con gozo y humildad su primer año al frente de la diócesis.

El nuevo obispo acaba de cumplir diez meses de estancia en nuestra ciudad y ese tiempo le ha valido para conocer perfectamente las claves de nuestra idiosincrasia. Monseñor Gómez Sierra quiere que los onubenses se identifiquen plenamente con su propia filiación, sin necesidad de mimetizarse con otras diócesis mayores. Ya lo dijo Juan Pablo II en su visita a Huelva en 1993 y así lo remarca la home del obispado: "Huelva, sé tu misma". Nuestro mitrado quiere que los onubenses se sientan orgullosos de su tierra y ayuden a levantarla y hacerla cada día mejor, huyendo de conformismos.

Conoce bien de la importancia que históricamente ha tenido en la Iglesia española una sede como Huelva, pese a su menor dimensión en comparación a otras diócesis de mayor índice poblacional. En este tiempo como pastor ha introducido cambios en el organigrama de la curia, renovando y dotando de juventud a sus nuevas vicarías, con la intención de fortalecer aún más la umbilicalidad con los fieles. Su interés por Huelva no es casual, ya que es una diócesis de la que tenía referencias desde que se ordenó sacerdote, allá por el año 1982, siendo el primer libro que leyó Camino de Emaús, de Francisco Echevarría y Baldomero Rodríguez, miembros del Secretariado Diocesano de Catequesis de Huelva. La vivencia con su padre en los últimos meses hasta su pérdida le generó incluso un mayor fortalecimiento de sus vínculos con estos predios.

Gómez Sierra vive con la esperanza de que el cese total de la pandemia le permita vivir con más intensidad su ministerio y vuelva esa normalidad que posibilite organizar grandes celebraciones religiosas, devolviendo con ello a la Iglesia su razón de ser, su carácter asambleario. Necesitará durante su mandato de la fidelidad de las hermandades, la entrega vocacional de sus sacerdotes, el afecto de los laicos y la ayuda de onubenses que le muestren lo auténtico de esta tierra. Quizá uno de los mejores administradores del onubensismo en quien puede apoyarse es su alcalde, hombre de fe que sabe entonar cual monje cisterciense el Salve Regina.

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