Entre dos orillas

Juan A. Romero

jaromero@paginasdelsur.com

Toda Huelva como Plaza de la Armería

La muerte no es final. Así reza el emotivo réquiem compuesto por Cesáreo Garbaráin que solemos escuchar en las voces de nuestros efectivos del Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército del Aire y demás Cuerpos Comunes, mientras rinden honores a los hermanos caídos. Una ceremonia que no por repetida deja de producir un repentino escalofrío al recordar a los compatriotas y seres queridos que nos abandonaron para siempre.

La suerte ha querido que en los próximos días tengamos en nuestra tierra la posibilidad de rendir un cálido y sentido homenaje a esos cientos de hombres y mujeres que han sabido estar al servicio de nuestra sociedad durante los momentos más empinados de esta terrible pandemia que se ha llevado por delante la vida de decenas de miles (casi cien mil) de ciudadanos in ictu oculi, en un abrir y cerrar de ojos.

Nos visita un contingente de soldados de la Guardia Real, la más antigua del mundo, dos años más que la vaticana, esa que vela por la seguridad del Santo Padre en Roma. Y flota en el aire que la presencia de este cuerpo militar es acogida de buen grado por los vecinos de Huelva y su provincia. La ciudadanía es perfectamente consciente de los innumerables valores que representan y escenifican a día de hoy nuestras Fuerzas Armadas. El compromiso de nuestros militares con España, deo gratias, está muy por encima del de muchos de nuestros representantes políticos, quienes con sus actos y declaraciones no hacen sino desmadejar a jirones un Estado cada día más invertebrado y desigual, donde parece tener más peso la colada de la erupción independentista que suspira por resquebrajarlo que quienes ayudan a calafatear sus incontables vías de agua.

Ojalá formaran parte del ideario de muchos de nosotros vocablos frecuentes en el argot castrense como sacrificio, voluntad, entrega, respeto, honestidad, lealtad y honor. Nuestra sociedad debiera proyectarse y reconocerse en el espejo del trabajo que a diario realiza nuestro Ejército en pro de un mejor servicio y ayuda al prójimo, y poner en práctica algunos de esos ideales.

Puede uno estar más o menos alejado de los postulados militares, pero es imposible no reconocer la gran labor que nuestras Fuerzas Armadas desempeñan al servicio de la ciudadanía sobre todo en cuestiones humanitarias. A buen seguro que durante el despliegue de sus unidades, nuestros soldaítos recogerán en Huelva innumerables muestras del afecto y respeto que despiertan en sus paisanos. Cuando desfilen deléitense con el sonido marcial de su música, que nada tiene que ver con el desafine cometido por otra tropa al presentar los PGE de 2022.

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