Entre dos orillas

Juan A. Romero

jaromero@paginasdelsur.com

Gratitud sempiterna para mi Huelva y su gente

Llegó la hora. El cuento se acabó. Aquel niño que jugaba a la pelota entre los bancos de la Plaza de San Pedro y se quedaba estupefacto delante de aquella sede antigua del periódico consiguió vivir lo que nunca podría imaginar, ni siquiera en sus mejores sueños amnióticos. Durante un tiempo tuvo la suerte de pilotar una de las naos más simbólicas de su tierra como es Huelva Información. Desconozco qué extraño soplo de viento me empujó nuevamente a estos predios, quizá el destino, un guionista sin adversario, o tal vez la suerte de tener como editor a uno de los últimos románticos que sobreviven en el mundo de los medios de comunicación. Gracias, Pepe Joly.

Mi llegada fue silenciosa porque la ocasión lo requería y porque venía para acompasar mi labor con la de una de las profesionales más queridas del periodismo onubense, Ana Vives, cuyo recuerdo quedará grabado per sempre en la mente de todos. Sus consejos fueron muy importantes, como lo han sido también para quien suscribe los de su inseparable mano derecha, Adelaida Mellado. Gracias, Yayi.

A medida que pasó el tiempo entendí el peso de la responsabilidad de representar este galeón cargado de años y noticias, cantera de buenos periodistas, que a diario tiene la suerte de contarle a Huelva y su gente todo aquello que acontece y es última hora. Servidor tuvo la dicha de encontrarse un grupo humano que ha sabido sobreponerse, merced a su entrega y amor por la profesión, a uno de los periodos más difíciles, debido a la maldita pandemia y a la pérdida de su directora. Por ello, gracias, Redacción.

Este tiempo también me ha servido para reencontrarme con mi tierra y los míos, a la par que redescubrir cuan adentro la llevo; a revivir un profundo amor por Huelva que permanecía silente y aletargado, víctima de la distancia. Tan solo bastó pasear lentamente por esas calles y esquinas de mi niñez, para sentir el irrefrenable deseo de propulsar junto a los míos a esta castigada tierra. Quise ayudar a mis paisanos a despertarse y ser valientes en el empeño de romper las cadenas que la tienen presa para engrandecerla.

Suena en la radio el delicioso tema Moon River. Solo me queda desearle el éxito a mi sucesor, el compañero Javier Ronchel, al que agradezco mi despedida desde este Conquero de las letras que es el recuadro editorial. Regreso pues al anonimato. Ya no gozaré del noble cargo de director, pero llevo conmigo el mejor de los títulos: ser un hijo de Huelva, orgulloso de su linaje, Romero Gómez. Gracias por todo, padres. Al final de este viaje aprovecho y tomo prestada la frase del gran maestro Antonio Burgos para decirles "ustedes me dirán qué se debe aquí"...

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