Leí hace ya unos meses el ensayo de A. Glucksmann: El discurso del odio y los acontecimientos que vamos viviendo, convierten al autor en un anticipador de los planteamientos de este incipiente siglo XXI y que nos recuerdan las premoniciones, en los inicios de los años 90, de Bernard - Henry Levi en su obra: La pureza peligrosa, en la que afirmaba los riesgos del integrismo en los tiempos que se aproximaban a la obra de la nada sospechosa Oriana Fallaci: La fuerza de la razón. Textos todos que de una manera más ensayística o directa, vienen a plantear la instalación del odio no solo en lo individual sino en grandes colectivos, con lo que superados los miedos de la "guerra fría", entre dos bloques ideológicos, estamos pasando a un "estado de odio", donde las libertades democráticas están en tremenda desventaja frente a los desestabilizadores, de todo tipo, que aprovechando el concepto libertad - que niegan en su entorno - introducen el miedo, la duda y la crispación del debate político en las sociedades libres.

Debatimos sobre prioridades: libertad o seguridad; intimidad o libertad de expresión; pensamiento único y fundamentalismo o pluralidad y protagonismo de la sociedad civil… mientras, los totalitarios, radicales, sectarios, populistas… aspirantes a dominarlo todo se aprovechan de las debilidades del sistema, inconscientes estos, de que al enraizamiento del odio solo puede vencérsele con el peso de la "razón" que es la que sustenta las ideas, puede dirimir disputas y guiar hacia la verdad.

El problema, muy difícil de resolver, es que esto choca con los integrismos y el relativismo imperante con lo que nos quedamos en los "discursos", con lo que el modelo democrático occidental se queda desarmado, aún aferrado a la razón, ante los mercaderes del odio y, sin embargo, aparentes supremacistas morales que les exalta las emociones frente al odiado aumentando sus deseos represivos y su intolerancia, facilitándole la penetración de sus pensamientos odiosos en las masas frente al grupo opositor.

Ello, es lo que me parece grave hoy día, tanto a nivel nacional como internacional. El enfrentamiento entre ideas y razón con el odio y sectarismo por lo negativo de sus consecuencias si no se respetan los teóricos adversarios y se admiten las diferencias de opinión, todo irá y acabará mal porque como decía Sartre, refiriéndose al origen del odio: "Es suficiente que un hombre odie a otro, para que el odio alcance a toda la humanidad"

Casi todo el texto fue escrito en febrero de 2006, por mí, lo titulé: El odio. Y pregunto: ¿hemos cambiado algo?; ¿hemos mejorado?... suya es la respuesta.

Entonces, teníamos a Zapatero y Rajoy. Ahora, Sánchez y Feijóo. Queda claro su reto.

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