Comprendo que haya cuestiones para comentar, desde el precio de la luz, sin más realidad para el usuario que la incoherencia de los dirigentes, según estén ubicados en el Poder o la Oposición y su afán recaudatorio, punto y final. También, la definitiva puesta en evidencia de la deriva censora, de enorme riesgo para las libertades fundamentales y que nos lleva a un totalitarismo dirigido desde el "capitalismo progre" decisor sobre qué y quiénes pueden hablar. El problema es, que quienes ahora aplauden el silenciamiento en las redes sociales, esas que permiten casi todo desde el anonimato, terminarán acallándolos a ellos también con lo que, además, se favorecen las teorías negacionistas, conspiratorias… podríamos seguir con la pandemia, Filomena, etc.

Pero no, hoy, me sorprende que el lugar al que solemos acudir para calmar un dolor, tal cual es, un hospital, nos encontramos con la curiosidad - diría que incoherente - de ver como la recuperación de una infraestructura, negligentemente abandonada después de insistir en su cesión, como es el Militar de Sevilla termine provocando "dolor político sanitario". Y el problema es, que ese tipo de dolor se está cronificando al ver cómo, actualmente, se va cumpliendo lo planteado electoralmente. Hace poco, finiquitó la subasta de medicamentos, ¡qué dolor! El traspasado desde el sufridor farmacéutico al político mezquino. ¡Qué alivio! Para los pacientes desorientados por los desabastecimientos, cambios de presentación, daños por pérdidas de adherencia a los tratamientos… y, por supuesto, la ganancia en libertad prescriptora.

Pero ¡qué dolor! Hace unos días con la inauguración del monográfico Hospital Zendal en Madrid - por cierto, sabrán los quisquillosos quién era Zendal, supongo - y mira por donde, cuando el éxito de Ifema parecía olvidado, nos vienen con esta y para rematarlo, ahora, el Militar de Sevilla, esto es como un cólico nefrítico.

Naturalmente, hay que aclarar conceptos dotacionales pero la coherencia indica que cuando uno se suma hace tres años a un movimiento de apertura de ese Hospital o cuando se pone en marcha un plan regional de fusiones, no se puede, sin caer en el sectarismo, negar la apertura actual o criticar la dependencia de un Hospital de referencia. Como tampoco, criticar la privatización de servicios complementarios: mantenimiento, limpieza, cocina… que llevan años externalizados en Andalucía, desde antes que se descubriera que la 'joya de la corona' no iba mucho más allá de 'bisutería' notoria y, menos mal que quedó en el olvido aquél Anteproyecto de Ley de Garantías y Sostenibilidad del Sistema Sanitario Público que a sus múltiples insuficiencias unía un control, casi de comisariado político, sobre aspectos asistenciales. En fin, deseemos eficiencia, eficacia y efectividad dotacional para el bienestar de los andaluces y así mejorar, también, el "dolor político" actual de algunos.

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