Una cuestión de perspectiva

En Bruselas nos han dado la enésima patada con esto del AVE. Un ‘quita, niño’ en toda regla

Foro de Davos.

Foro de Davos. / H. I.

No sé si siguen ustedes el Foro de Davos. Ya saben, una reunión anual en la que los poderosos se ponen sin ningún disimulo a tomarsus grandes decisiones sobre nuestros sueldos, el tipo de interés de nuestras hipotecas o el próximo combustible del futuro. Ignoro si es un tema que les interese o, como a mí, se la trae al pairo y solo se enteran de que se celebra por casualidad mirando el telediario. Así me enteré yo del último, por ejemplo, que fue el mes pasado.

La verdad es que ahora mismo ni siquiera lo recordaría de no ser por unas imágenes que se me quedaron grabadas a fuego. En principio era todo de lo más normal: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunía con la élite empresarial española. Que si el Santander y el BBVA, que si Iberdrola y Repsol… Todos esos. Hasta ahí, bien. El problema es que quienesquiera que organizan lo de Davos los habían metido dentro de una sala ridículamente pequeña, sentados en pequeñas sillitas alrededor de una mesa camilla. Si no llega a ser por los rótulos hubiera pensado que estaban en la sala de espera de una de esas consultas de médico septuagenario, con moqueta verde y el Lecturas sobre una mesita.

Parecían, presidente y empresarios, unos pobres gigantes venidos a menos, con sus cabecitas agachadas, como cuando don Pimpón bajaba a comprar al kiosko de Julián (discúlpenme los más jóvenes).

La cosa es que aquello me dejó pensando en lo poquita cosa que son cuando se les saca de su hábitat. En cómo cambia la cosa cuando se les mira con perspectiva. Aquella imagen me está viniendo de forma recurrente a la cabeza en la última semana a cuenta de las noticias sobre la llegada (la no llegada) de la alta velocidad a Huelva.

Resulta que alguien ha llevado a Europa nuestro problemita con el tren y ha pedido al Parlamento Europeo que adelante las infraestructuras ferroviarias que afectan a la provincia y que, según las previsiones, no estarán, como mínimo, hasta 2050. Allí, claro, nos han dado la enésima patada. Un ‘quita, niño’ en toda regla que viene a demostrar que más allá de lo que pase en Doñana, a Bruselas Huelva se la refanfinfla. Pero no se me rasguen las vestiduras ni se arañen la cara, porque eso ya lo sabíamos desde hace tiempo.

Reconozco que suena muy bien eso de echarle ahora la culpa a Europa, y de no ser porque la enmienda en cuestión procede del PP, pensaría que todo esto ha sido una maniobra del PSOE para despistarnos ante el desagravio que supone condenarnos a convivir otros treinta años con esta línea férrea tercermundista, por no hablar de en qué lugar deja todo esto a los diputados socialistas por Huelva, que hasta hace un rato estaban todavía mintiéndonos como bellacos con el cuento de la DIA y del supuesto interés del Gobierno en desbloquear la situación.

En realidad, el asunto de Europa les viene de maravilla a los dos partidos, porque así esquivan (unos más que otros) el bulto de su inoperancia. Lo que pasa es que también nos sirve, a los de aquí, para perder un poquito más la esperanza. Para cerciorarnos de que, con todo lo grande que se les ve aquí, en sus reuniones y congresos, en sus ruedas de prensa, sus comunicados y sus mítines, quienes nos representan en Bruselas y en Madrid son tan poca cosa, tan diminutos, que nadie nos escucha.

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