Paso firme

Ana Vives Casas

anvives@huelvainformacion.es

Y ahora, ¿qué hacemos?

Faltan solo unas horas para que entremos en la fase 3, que bien podría ser el título de un guión cinematográfico o una novela de ciencia ficción como la historia de Spielberg con encabezamiento similar. Subimos un nuevo peldaño, o más bien lo bajamos y a partir de mañana las comunidades ya podrán gestionar la nueva etapa de lo que nos hemos acostumbrado a llamar desescalada, sin saber muy bien qué significa realmente. Lo que sí está claro es que hemos perdido cualquier probabilidad de improvisación. Todo hay que pensarlo, medirlo, planificarlo. Es imposible sorprender o dar un abrazo de forma espontánea a un familiar o amigo que no vemos desde hace semanas.

¿Y ahora qué hacemos? Regresamos a lo más parecido a lo que antes era normal. Podemos apoyarnos en la barra del bar, las reuniones pueden ser de hasta veinte personas, las bodas podrán tener 150 asistentes si son al aire libre y 75 en espacios cerrados... Ha llegado el momento de la vida casi normal (la nueva normalidad que le llaman) y es la etapa más complicada para gestionar, precisamente por eso, porque es lo más parecido a lo que teníamos antes.

A partir de mañana habrá que empezar a planificar cómo será la vuelta a las aulas, a los lugares de trabajo..., pero antes (una vez que se defina el punto de salida para los viajes interprovinciales con otras regiones) habrá que ordenar la llegada a las playas, la entrada en los municipios costeros y, lo más difícil, el acceso a las zonas de baño. Quizá sea la primera prueba de gestión en esta nueva etapa y por ello los municipios costeros se afanan estos días en tener su litoral a punto con vistas al próximo 15 de junio, fecha prevista para que entren en vigor los planes de playa en los que el control del aforo es el gran protagonista. En la Costa Occidental se ha apostado por dividir las playas en parcelas virtuales que serán controladas a través de una aplicación informática que informará en tiempo real sobre el nivel de ocupación de cada una de las zonas. Se ha pensado en un sistema de colores: verde para ocupación baja, amarillo para media y rojo cuando esté completa. Pero lo más importante es que se apela, como durante todo este tiempo atrás, a la responsabilidad y buena voluntad de los usuarios. Lo que aún no sabemos muy bien es qué se le va a decir a una persona que se haya hecho 100 o 200 kilómetros para huir del calor y al llegar al destino se encuentre con el semáforo rojo de ocupación al completo. Si promocionamos el turismo para rescatar la actividad y ver algo de luz en este camino, quiero pensar que habremos previsto dónde lo llevamos, ¿no?

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