Solo me ha pasado una vez en la vida, pero no se me olvidará. Volvía de unas vacaciones y apuraba los últimos instantes con la familia antes de regresar a la rutina. Llegó el momento de la partida y en cuestión de segundos me cambió la cara. Había sacado los billetes de tren para un día antes del que yo pensaba. Me acerqué a la ventanilla para intentar solucionarlo. Imposible. No había billetes; para ninguna hora. Tampoco para otro destino cercano. El traslado en ferrocarril era impracticable. Había perdido el tren, el último tren.

La sensación que tuve entonces me ha venido varias veces a la cabeza. Hace casi un año se ponían los cimientos de una movilización ciudadana que iba a salir a la calle para exigir nada más y nada menos que lo que consideramos nuestro: una dotación presupuestaria adecuada para acometer las necesidades que tiene la provincia en infraestructuras. De tanto repetirlo parece que es algo normal, pero la situación es preocupante y llega a crispar los nervios cuando se recuerda que en Huelva hay un déficit de presupuestos en los últimos 15 años de 1.500 millones de euros. Sí, han leído bien, 1.500 millones. Y eso pone en evidencia que no estamos en las mismas condiciones que otros territorios a la hora de competir para traer proyectos, riqueza y, de paso, generar empleo.

De momento, no podemos porque carecemos de infraestructuras ferroviarias, de carreteras, portuarias, hidráulicas o costeras que nos permitan situarnos en la misma posición de salida a la hora de disputarnos con otras provincias proyectos de futuro. Y así, sectores muy pujantes como la agricultura, la industria, la minería o el turismo, y sobre todo los ciudadanos, padecemos las consecuencias de esa privación. Por ello Huelva se movilizó el 15-M (lo importante es el motivo y créanme que no lo es tanto quién se ponga la medalla) para exigir lo que lleva reclamando desde hace décadas.

Tan evidente es la ausencia, que en prácticamente todos los programas electorales (y esta año ha habido para dar y regalar) aparecía, pero la falta de un Gobierno estable en Madrid ha hecho que este tiempo prácticamente haya pasado casi de largo. Pero una vez constituido el Gobierno no hay justificaciones que valgan. Es hora de ponerse manos a la obra y hacerlo unidos, porque si no, perderemos el tren.

Tanto el presidente de la Diputación como el alcalde de la capital, que abanderaron la petición el año pasado, han retomado el contacto con el señor Ábalos y esta misma semana (el día 15, curiosamente cuando se cumplen diez meses de la movilización ciudadana) han solicitado oficialmente por escrito un encuentro con el ministro. Seguro que en su argumentación se vuelve a poner sobre la mesa el lastre que soporta Huelva por el déficit que tiene en infraestructuras o la necesidad de servicios ferroviarios dignos de este siglo. La suerte es que Ábalos ya conoce el tema y habrá que dedicar poco tiempo para explicarle que Huelva existe, aunque está más lejos de lo que debería por la falta de inversión. Esta vez no podemos perder el tren. Vayamos de la mano todos, dialoguemos y pongámonos de acuerdo porque sin unidad, volverá a pasar de largo y esta vez quizá no tenga más paradas donde subir.

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