Resulta fácil desde la tranquilidad hogareña formarse una opinión sobre cuestiones trascendentales a través de la lectura de la prensa o la visión de los informativos de televisión, cada vez más reiterativos y menos creíbles, por su instalación en esa nueva forma de censura que es la corrección política. Y comento esto ante la teórica comprensión popular del drama de la inmigración que vemos y valoramos desde la distancia pero que nos incomoda en la cercanía.

Porque la crisis generada con el rescate del Open Arms, no solo es una puesta en evidencia de las debilidades del realismo democrático, de la ausencia de cohesión en la UE ante problemas importantes y la rotunda falta de una verdadera política capaz de solucionar situaciones graves, con vidas humanas en juego, en las que de alguna manera, si quieren de forma indirecta, hay un alto porcentaje de responsabilidad propia. Afirmo esto porque, veladamente hoy y claramente en el relato histórico europeo, hay un conflicto latente generador de tendencias hegemónicas entre unos países y otros, socios de conveniencia según circunstancias, pero con enfrentamiento latente de sus filosofías y maneras de afrontar las relaciones sociales y estilos de vida y que se convierten en beligerancia total cuando aparece el factor económico. Para que me entiendan, un conflicto Norte - Sur, con carácter ideológico. Norte, protestante, productivo, leal, honrado… Sur, católico, despilfarrador, incumplidor… a esto, debemos añadir los errores políticos de no querer ver la etiología del problema, sobre el que hablamos, en el lugar de origen mediante el control exhaustivo de los recursos enviados, no confundir el objetivo político con el cultural y educativo; ejemplo es la eliminación de un sátrapa como Gadafi - también lo era cuando lo recibían en las cancillerías europeas - con pretensiones democráticas mal calculadas convirtiendo a Libia en un estado fallido y convertido en plataforma para las mafias promotoras del mercadeo humano.

Por fin, en este caso, los personajes. El magnate del barco que, aprovechando la tendencia positiva de la corriente humanitaria de la opinión, modifica intencionadamente los compromisos de ruta autorizados y plantea un sesgo de ajuste a la legalidad que le permite lanzar un órdago al ministro italiano del Interior. Salvini, el ministro radical de derecha italiano, mete en crisis a su Gobierno y utiliza el conflicto en beneficio electoral propio, aunque nadie podrá negar, se esté o no de acuerdo con él, mantiene el mismo discurso. Por ahora, además, no está plenamente derrotado. Para los olvidadizos, los bomberos de Sevilla fueron detenidos y juzgados en Grecia por una acusación generada desde un Gobierno de extrema izquierda. Luego este tipo de conflictos tiene todo un componente de coyunturalidad política, no solo ideológica.

El último, Sánchez. Me resisto ya a opinar, quien sepa su pensamiento real en este tema, que lo compre. Sería una audacia.

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