Peatonalización

Con el festival de señales de pogreso, ha comenzado, señoras y señores, la pre-campaña electoral

Ha llegado ese momento, esperado y temido, en el que los representantes públicos se afanan en limpiar "la casa" (aunque sea mejor no mirar debajo de la cama) y se les da ocasión de enarbolar la bandera del progreso y las ostentaciones. Ese momento en el que hay que decidir cómo entusiasmar a la ciudadanía, cómo hacerles ver que lo que ofrecen diputados y concejales es lo mejor que les puede pasar en la vida; una ocasión en la que no solamente se juegan el prestigio, sino que se pone en valor el puesto de trabajo. Se va notando ese festival de señales de progreso que con tanta fe se irán desarrollando durante el próximo año. Ha comenzado, señoras y señores, la pre-campaña electoral.

Dado que ese protocolo electoral se repite desde la transición, es inevitable que se coreen consignas y frases propagandísticas con la vista puesta en las próximas autonómicas de junio y a continuación en las municipales, en un año. En este sentido, parece que la estrella de la precampaña es, nada más y nada menos, que la peatonalización de todas las calles céntricas de la ciudad; por supuesto, el uso del "parece" viene por esa lucha, externa e interna, entre la escasa credibilidad, por un lado, y las altas expectativas por el otro que acompañan a esta iniciativa. Imagínense un duelo entre dos de esos grupos sociales. Uno de ellos posiblemente se desarrollará entre los apasionados por la comodidad y el lujo de poder pasear sin obstáculos para disfrutar del entorno y sin peligros, mientras que el otro sudará y maldecirá mirando al cielo para que San Cristóbal haga el milagro de conseguir un aparcamiento en La Orden mismo.

Sí, nuestros representantes municipales seguramente dispondrán de aparcamientos, pero… ¿Qué harán los que no disponen de ellos? ¿Qué habrá que hacer en esta ciudad para tomarse una cerveza en el centro? ¿De cuántos patinetes por metro cuadrado tendremos que huir despavoridos? ¿Qué fluidez de automóviles se considera apta mientras aquellos giren y giren rodeando las calles peatonales? ¿Con qué frecuencia y por dónde desfilarán los autobuses? ¿Se aprovecharán las obras correspondientes para darle solución a tanto edificio abandonado? ¿De verdad está debidamente justificado el hecho de peatonalizar la ciudad?

Y una vez que hemos admitido el rechazo a los edificios ruinosos del centro… ¿Será posible que, dada las "grandes" ventajas de dicha peatonalización, se decidan al fin a urbanizar la famosa y casi olvidada Plaza Porticada?

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