Cuando en un debate electoral, cara a cara, entre los dos grandes candidatos, uno de ellos ante la evidencia de su debilidad argumental solo tiene la salida del insulto: "…usted es indecente…" no solo demuestra una determinada catadura personal sino que sí, además, la respuesta de su oponente no tiene la contundencia imaginada, se crece y autoconfirma en su convicción de que al agresividad dialéctica le va bien y no le supone coste alguno de prestigio personal.

Y si esto sucede como aspirante, resulta concluyente que una vez aupado en el Poder, los afanes autoritarios y el manejo de la maquinaria propagandística le inducen a valorar como personalmente rentable - y lo sugeríamos el otro día - una dinámica de confrontación que visto su talante le permitirán presentar, ante la opinión pública, a sus oponentes como "crispadores".

Esta forma de actuar cuando ya estamos en la cuenta atrás definitiva de os cercanos eventos electorales, responde a un tacticismo de parvulario en lo teórico pero difícil de combatir en lo práctico. Descubre la ausencia de un plan estratégico real y suscita una coyuntura LiDAR sugerente de gran debilidad y miedo que combatirá despreciando y ofendiendo al oponente, al tiempo que victimizándose si, a pesar de la dificultad que conlleva, recibe la respuesta merecida desde las líneas adversarias.

La pregunta inmediata es: ¿cómo responder pues? Ciertamente, frente a la ofensa, sin duda, moderación no exenta de firmeza argumental y demostración de capacidad de Gobierno con. Propuestas claras, didácticamente expuestas y enseñando las debilidades de unos gobernantes "intervenidos" y maniatados por sus propios socios: con toda una batería de leyes de contenido ideológico o de orientación de favoritismo hacia los mismos, despreciando los intereses de los restantes ciudadanos: rebelión, sedición, malversación, "sí es sí"… en un ejercicio de amoralidad e irreversibilidad lamentables.

Es, por ello, que la Oposición a su moderación expositiva y programática, ha de añadir inteligencia, claridad argumental y, sobre todo, no empecinarse en el aprovechamiento de los errores del contrincante, la economía y la gestión eficaz… no termina de demostrar con rotundo dad demoscópica, un desgaste para el Gobierno, de ahí que no deja de ser fundamental la batalla ideológica y cultural que remueve los sentimientos y emotividad del votante, al tiempo que permita marcar las líneas del debate y la imposición de ideas.

El perfil legislativo de este Gobierno así lo demuestra. Por tanto, moderación, inteligencia, transparencia, cercanía, proyectos cumplidles y gestión sumada a una ideología, centrada y liberal.

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