Que el covid 19 ha afectado de manera especial a España es algo evidente, al margen de valorar los motivos de esta especial afección y la buena o mala gestión de la pandemia, la realidad es que ha entrado de lleno en la esencia de nuestras costumbres. El clima y nuestra cultura marcan un estilo de vida muy español, muy valorado y a veces cuestionado por los europeos, lo que hace que España sea una potencia turística con un gran atractivo para países con climas no tan benignos y estilos de vida más de puertas a dentro. Lo cierto es que aquí nos gusta vivir la calle, ir de bares, de tapas, charlar tomando una cerveza, prolongar las comidas y las cenas, tomar copas, reunirnos con amigos o familia, valorando además que cuanto más grande sea nuestro grupo mejor y es todo esto lo que favorece la propagación de la pandemia y por tanto lo que está especialmente perseguido, con la particularidad de que toda esta vida social se hace entorno a los bares y restaurantes.

Si a esto le añadimos que cada medida que se adopta para protegernos de la enfermedad vuelve a golpear de una manera u otra a este estratégico sector de la restauración y del ocio, nos encontramos con la tormenta perfecta que descarga su fuerza sobre esta cultura de bares y de convivencia social. Medidas que en principio no parece que debiera afectar a nuestros queridos bares les dan de manera colateral la puntilla en sus posibilidades de salir a flote tras la tormenta, por ejemplo, el hecho del fomento del teletrabajo, especialmente en los funcionarios (sin segundas intenciones) provoca una caída drástica en el número de personas que a diario van a desayunar a los bares del entorno laboral, en cuanto a los ERTE implica una bajada de los ingresos en las personas afectadas y que además no tengan que acudir al trabajo, lo que vuelve a provocar una doble caída de la demanda de desayunos, comidas y cenas fuera de casa, tanto por no tener que salir a trabajar, como por la pérdida de poder adquisitivo que te hace ser más ahorrador, sin contar el efecto psicológico de la disminución de la euforia en la reuniones que hace que tu sed de cerveza sea más contenida y por tanto la factura que finalmente se genera en estos momentos de distensión. Para rematar, la prohibición de reuniones de varias personas que no convivan en el ámbito familiar ha provocado la práctica desaparición de las comidas de empresas.

En definitiva, cada medida que se va adoptando para controlar esta pandemia es un palo más en la rueda a nuestro estilo de vida, para bien o para mal España es un país de vida en la calle, de bullicio, de olores, de alegría, de sol y buen tiempo, de celebraciones, de exaltación de la amistad, de noches largas, de comidas copiosas, de tertulias de sobremesa, de tapas, de siestas y de fiestas y todo se vive entorno a los bares y restaurantes que salpican las calles de nuestras ciudades. Vienen malos tiempos para los bares, vienen tiempos de cambios más profundos de los que pensamos, no solo es la economía la que está en peligro, también está en cuestión nuestro estilo de vida tan particular, tan alegre, tan ruidoso, tan de bares, tan español.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios