Hemos llegado a la noche mágica del año. Esa madrugada donde los sueños se hacen realidades si nuestro corazón mantiene la inocencia de una visita invisible que eternamente nos arrebata el espíritu, lleno de un halo infantil, convertido cada año en un bello milagro de fantasía.

Los Reyes Magos ya están en camino y en la veredas del cielo una refulgente Estrella les guía hasta ese punto abierto a lo imposible en nuestros sentimientos.

Vuelvo a pensar larga y pausadamente en esos Magos que marcaron un lugar en Belén y dejaron su huella de forma particular para nuestro estatus social, cultural y religioso del mundo hispano e iberoamericano. Y sigo haciéndome las mismas preguntas de cada año: ¿Existieron? ¿quiénes eran? ¿cuántos y de donde caminaron hasta aquella Palestina del Rey Herodes?

Decía el Papa Benedicto XVI que no hay otro relato bíblico que haya estimulado tanta fantasía, pero también la investigación y la reflexión como la historia de los Reyes Magos.

El evangelista Mateo deja escrita después de plasmar el Nacimiento de Jesús la presencia de esos eternos personajes, magos, astrólogos, hombres de la ciencia de aquellos años, que viajando desde los confines, al parecer de Oriente, llegan a nuestra hoy Tierra Santa, preguntando dos asertos inconfundibles. "¿Donde está el Rey de los Judíos que ha nacido?", y el otro que también nos dará que pensar en un nuevo campo de la astrología: " Porque hemos visto su Estrella y venimos a adorarlo".

Nos encontramos ya con hechos históricos y con personajes que describen el lugar de los hechos, las circunstancias acaecidas en lugares que se describen.

En un libro, "Die Matthaischen Weihnachtsgeschichten", escrito por Rudolf Pesch, de gran interés por cuanto se estudia y resalta el significado teológico de la figura del Rey Herodes, factor imprescindible en la visita y preguntas que le hicieron los Reyes Magos.

También se ha cuestionado si fueron tres o más los enigmáticos personajes que se acercaron a Belén en aquellas fechas.

En verdad, llegar a conocer la identidad de estos seres es difícil, si queremos establecer su lugar de origen, pero la historia comprueba que existieron y que eran magos.

La palabra, el concepto, de magos, habría que aclararlo. Hay estudios que lo definen como pertenecientes a una casta sacerdotal, otros a seres muy influenciados por pensamientos filosóficos, y hasta hombres influenciados por saberes y poderes sobrenaturales. De todo ellos el sabio Joseph Ratzinger, nuestro inolvidable Benedicto XVI, dejó pensamientos y escritos que hoy hace de la leyenda una ciencia de realidades compartidas, como la de que uno de los tres Magos, provenía de esa mítica civilización y pueblo de Tartesos, hoy ciertamente hundido bajos las aguas y el subsuelo de nuestra ciudad de Huelva.

De manera simbólica y bellísima nuestro Tarsis andevaleño ha celebrado hace días la salida del oro de sus minas que hace dos mil y veintidós años, llevaron desde nuestra provincia, a Belén, aquellos magos de sueños.

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