Hoy es uno de esos días en los que te invade la nostalgia de los tiempos como parlamentario para poder replicar, sin limitaciones de espacio, a la argumentación demagógica y consciente de estar faltando a la verdad. No tengo más remedio que aclarar, para evitar malentendidos, que siempre trabajé, defendí y fui leal al Sistema Público Sanitario al que entregué lo mejor de mis capacidades, conocimientos y, probablemente, la propia salud de mis coronarias. Es, por ello, que nadie puede darme lecciones sobre las virtudes, defectos, necesidades y hasta perversiones -claras y notorias- del Sistema, ampliamente denunciadas por mis colegas de la Primaria, estas últimas. Vista la situación actual no queda más que una conclusión: la "joya de la corona", no va mucho más allá de la bisutería más vulgar. Pero vayamos al grano, dicen los portavoces del anterior Gobierno que las medidas del nuevo son privatizadoras para enriquecer a sus amigos de la privada. Pues bien, imaginemos que las listas de espera fueran exactas y no estuvieran maquilladas, pues aun así habría que tomar medidas extraordinarias porque esas listas resultan indignas en impresentables, como lo es el preocuparse por la concentración antes que de resolver las patologías de los pacientes en espera y a las que, en muchos casos, califican como banales, ¿pensarían igual si alguno de estos políticos fueron afectados por la espera? Usted, amigo lector, tiene ya mentalmente la respuesta. Comentaba con una compañera comprometida a fondo con la mejora de la dignidad en la atención sanitaria de Huelva, la necesidad de medidas urgentes frente a la situación y que van desde la optimización funcional y rendimiento de todos los recursos públicos hasta la concertación. Por cierto, que no es novedad como que el concertar no es privatizar o ¿es que acaso el PSOE no era privatizador entonces y, ahora, sí lo es el PP? Sarcasmo total con nivel IA de evidencia. Y es que el derecho a la atención de calidad en tiempo y forma sin pago añadido debe ser irrenunciable para los ciudadanos pero, hete aquí, que ante las políticas basura de contratación, la ausencia de cumplimento en las políticas de inversión aprobadas presupuestariamente -incapacidad de gestión- la obsolescencia tecnológica… los ciudadanos, se ven abocados a defenderse yendo a la privada con lo que nos encontramos, según UNESP, que en 2004, un 14% de andaluces tenían un seguro de salud y en 2017 un 18%, lo que indica una tendencia creciente, casualmente con Gobierno socialista. Todo ello, sin contar con las listas de espera en especialidades no sujetas a decretos de garantías y los pacientes que si están integrados en esos decretos no por ello dejan de estar en espera, dando incluso por supuesto que los citados decretos se cumplan con exactitud. Ante la teórica inquietud antiprivatizadora me pregunto cómo con la evidencia del deterioro agudizado en Huelva, hubo movilizaciones ciudadanas masivas solicitando una "atención sanitaria digna" pero ustedes, no estuvieron ni se les esperaba. ¿Era intocable la joya?

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