Los medios públicos de información tienen un deber ético de estar al servicio de los ciudadanos, sea para transmitirles noticias desde la mayor objetividad posible como para ofrecerles diversión, a través de la divulgación, la cultura, el espectáculo, la filmografía… y el humor en sus diversas variables. Lo que no deben sin faltar a la ética profesional reseñada, es faltar a la verdad, ofender o criticar al de enfrente - que, también, les financia - amparándose en una ventajista interpretación de la libertad de expresión en un claro ejercicio de cobardía, pues si se es valiente para la ofensa se debe serlo, sin duda, para asumir las consecuencias o la responsabilidad penal que esa forma de ejercer la profesión pueda acarrear. Cuando no es así al no reconocer lo ofensivo ante un Tribunal de Justicia y acogerse a la "calidad democrática" amparándose en la libertad de expresión, se está demostrando, además de cobardía, la vileza del que ofende a sabiendas de que esa ofensa no va a ir mucho más allá de la obtención del minuto de gloria que su irritante mediocridad produce en los sectores convertidos intencionadamente en víctimas de una actuación calculada, permitida e incluso, impulsada por unos dirigentes del medio correspondiente, amparados en la impunidad que les concede su posición política.

No necesito explicar a cuento de qué viene esto. Primero, porque es una situación repetida con más frecuencia de la necesaria. Segundo, porque viene de un pretendido suprema cismo estúpido que ofende a los demás pero se victimiza cuando se les critica a ellos.

De ahí, que no sean capaces de entender como una tierra de personajes como Juan Ramón Jiménez, García Lorca o los hermanos Machado, seamos capaces de entender la riqueza del idioma español, lo interpretamos a nuestra manera o le introduzcamos variables que lo enriquezcan, tengamos la inteligencia para hacer autocrítica, entender el humor entre nosotros mismos, exportemos nuestra mano de obra para enriquecer a otros y no necesitemos ofender a nadie ni insultarlos para entender el humor mediocre de quien ha de utilizar la zafiedad, la bastedad o la ridiculez para subsistir en el medio televisivo, en un territorio que se declara independiente y el declarante se fuga al extranjero sin que ello sea elemento mínimo para la autocrítica.

De la ofensa religiosa, sólo decir que cientos de miles de andaluces hemos celebrado la Semana Santa, y ahora lo haremos con las Romerías marianas y a la petición hecha de perdón, por la ofensa, se nos dice que "esperemos sentados". Pues bien, la respuesta a eso nos la da el proverbio árabe y "lo haremos sentados en la puerta de nuestra casa para ver pasar el cadáver de nuestro enemigo". Ustedes, tarde o temprano, humoristas de "medio pelo", saldrán de TV3.

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