Lo de Franco

Esto no es una victoria de la democracia, como dicen los profanadores, esto es la vuelta a la selva

En el centro de París, en la explanada de los Inválidos, reposan tranquilamente los restos mortales de un hombre que causó la muerte de entre tres y seis millones de personas. Aquí en España sabemos mucho de Napoleón Bonaparte y nada bueno. Llegó matando y robando hasta esta nuestra provincia y fue en el territorio hermano de Bailén donde mordió el polvo por primera vez y de ahí al final. No hay un solo monasterio, una sola iglesia, un solo palacio, de Madrid para arriba, en los que no te hablen de las rapiñas y saqueos de las tropas que venían con el cuento de la Egalité y la Fraternité. En España, sin embargo, el único general que derrotó al comunismo en el siglo XX va a ser removido de su tumba y paseado sus huesos por la provincia de Madrid. Yo viví el franquismo, hasta tengo mis credenciales antifranquistas pero no las voy a exhibir aquí porque no me da la gana. Se podría hablar largo y tendido sobre lo que tuvo de bueno o de malo el período histórico del general Franco. Pero no se trata de esto. Ese debate no le interesa a los que van a profanar su tumba. Ellos apuntan más alto. El siguiente objetivo será el derribo de la Cruz del Valle de los Caídos con la excusa de hacer allí un espacio aconfesional y el tercero su majestad el Rey, al que declararán heredero del franquismo y a por él. Esta es la hoja de ruta de los profanadores de tumbas.

De momento van a violentar un lugar sagrado por la fuerza, la de una ley sectaria y biliosa y la de un tribunal que de Supremo solo le queda el nombre después de esta sentencia y la del golpe de estado en Cataluña, ambas para tirarse de los pelos. Se va a remover la tumba de una persona que murió hace 44 años. Todos los líderes mundiales del siglo XX reposan en sus sepulturas. Los buenos y los malos. Kennedy y Mao. Son muertos y a los muertos ninguna religión ni cultura los sacan de sus enterramientos ni pasean sus huesos como un miserable trofeo. Esto es grave en sí mismo, pero gravísimo es que con este gesto macabro y obsceno han dinamitado 40 años de reconciliación, de concordia y de convivencia entre los españoles. Es justo lo que pretenden los autores. Se han montado, nos han montado, encima del tigre y no saben que se bajarán no cuando ellos quieran si no cuando el tigre quiera. Para mí es lo más grave ocurrido en España desde el 23-F. No me lamento hoy por Franco, lloro por mí, por nosotros, por España. Esto no es una victoria de la democracia, como dicen los profanadores, esto es la vuelta a la selva. Tengan por cierto que escribiría este mismo artículo si fuesen a hacer igual con las tumbas de Largo Caballero o Durruti. Los muertos son todos iguales y solo pertenecen a Dios.

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