Los docentes se enfrentan a diario a situaciones de violencia, insultos, amenazas o problemas graves de disciplina en el aula. No son pocos los que consideran que la vida en el centro no es agradable y que la disciplina es insuficiente. Y lo peor, una gran mayoría entiende que el profesorado tiene escasa o muy poca autoridad.

El sistema educativo está en crisis. Totalmente colapsado. Esta semana, el claustro del instituto Saltés de Punta Umbría (podría ser cualquiera porque no es el único que lo sufre) hacía pública una situación tremebunda. Denunció su malestar, preocupación y desazón con el "enrarecido y tortuoso clima de convivencia" que los docentes, y gran parte del alumnado, soporta desde hace tiempo. Sufren innumerables y continuas faltas de respeto, agresiones verbales, actitudes de desprecio y ausencia de las normas más elementales de educación, lo que les impide que puedan cumplir con su labor.

Los profesores han aguantado hasta límites insospechados y ya es una constante la frustración que sufren, la impotencia y hasta el miedo que soportan (según ellos mismos han denunciado en la Junta de Andalucía) cuando intentan desarrollar su profesión. La situación es insostenible porque al otro lado del aula lo único que encuentran muchas veces son muestras de desprecio cuando simplemente se recuerda, por ejemplo, que en clase hay que estar atentos, que hay que asistir con las tareas preparadas y que se debe respetar la opinión de los compañeros. Y eso por no hablar de los destrozos que causan en el material escolar y las instalaciones.

¿Qué está pasando? ¿Qué hemos olvidado o dejado de hacer para que un profesor pase a sentir presión en lugar de pasión por el desarrollo de una actividad vocacional en la que se vuelcan?

Parece que gran parte de los jóvenes ya no muestra curiosidad por nada, que son incapaces de atender, de entender incluso, o de mantener una mínima compostura básica. ¿Demasiado proteccionismo? En parte, pero también falta de convivencia, de diálogo, de caídas para aprender del error y de un sistema que ha arrebatado al profesorado su valor.

La situación se ha ido de las manos y esa falta de respeto no es sino síntoma de falta de valores. El problema no es exclusivo de los jóvenes y obliga a una reflexión. La educación es básica y todo manoseo sobre ella es perjudicial; tanto como todo el pasotismo que hoy impera.

El claustro de IES Saltés ha pedido ayuda, comprensión y colaboración para denunciar ese tipo de violencia, que por suerte no afecta a la mayoría de sus alumnos, para lograr una educación de calidad.

Cuenten con la mía. Cuenten conmigo.

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