Un grupo de personas con una honda preocupación por los actuales desafíos sociales y comerciales a los que se viene enfrentando nuestro país, ha creado una sociedad (Asociación de Sociedad Civil Ahora), conocida por SOCIA, que pretende trabajar para la mejora de España. A primera vista, parece extraño y algo contradictorio que en una sociedad (anónima, limitada o civil), que siempre implica negocio, se insista en que su finalidad sea reforzar las instituciones. Claro que tampoco extraña una contradicción más, tan habitual en cualquier aspecto de la sociedad actual.

Esta sociedad acaba de organizar el Congreso Repensar España, cuyo plato fuerte ha sido el encuentro celebrado entre González y Aznar, como figuras antagónicas de la democracia española. Parece que el debate fue un éxito, no solo por el trascendental papel desempeñado por los dos expresidentes en la reciente historia de España, sino porque también ha servido para, una vez más, comprobar que ambos controlan lo suficiente el juego dialéctico como para expresar, de diferentes maneras, aquello que quiere oír el público, sea lo que sea (¡Qué arte! Sólo por esto, merecen los dos lo que les habrán pagado). Pero lo más llamativo de todo es que no solo viven alojados en la incoherencia, sino que no se avergüenzan de ella.

La historia debe removerse de vez en cuando. Así, Aznar, que se posicionó firmemente con la postura de Bush y Blair, en 2003, que llegó a formar el Trío de las Azores, que se dirigió al mundo, sin temblarle ni la voz, anunciando que allí había armamento tóxico e impulsando así, irresponsablemente, la guerra de Irak… Ahora resulta que lo que Aznar califica como "devastador" es que Sánchez se reúna con Torra y en plan coleguitas, se dirige a Felipe González afirmando "Tú no lo hubieras hecho, ni yo". ¡Qué tierno es el colegueo! ¡Qué amiguitos se están haciendo los dos!

Por supuesto, González tampoco se queda atrás en el campeonato de discrepancias. Olvidando su relevante papel en la izquierda española, ahora coincide con su correligionario (Aznar) en que "hay que volver al centro" y, cual abuelito nostálgico, rememora los buenos tiempos pasados. Seguramente haya olvidado (la memoria es muy selectiva) aquel "OTAN, de entrada, NO" de 1986, que continuó, amasando decepciones entre los progresistas, con una campaña a favor de entrar en dicha Alianza.

Decía Saramago que las coherencias se explican solas, pero la vida solo se comprende a través de las contradicciones.

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