En un contexto en el que llega la información tan rápidamente que no es posible procesarla ni convertirla en conocimiento, hace falta mucha sensatez para interpretarla y mucha prudencia después para comunicar las ideas propias. Claro que en política es complicado compartir pensamientos sin arriesgarse a perder votos. Algún grupo (de cuyo nombre no quiero acordarme) gana adeptos cuanto más insensato sea, pero lo habitual es cuidar muy bien no solamente el qué, sino el cómo lo dice.

Parece que Casado no está acertando ni en lo uno ni en lo otro. El aspirante a presidente de la nación, con esa obsesión de agradar a sus votantes y a sus socios (el poder se vende caro), lía bastante a su auditorio. Seguramente esa prometida Ley de Apoyo a la Maternidad, con título de novela rosa, podría llegar a facilitar determinados casos de embarazos, pero tal y como la presentó hace unos días en Cartagena, más que ganar seguidores, hizo dudar a más de uno sobre los supuestos beneficios que prometía (lo mismo debería cambiar de asesores).

Estamos solamente en precampaña electoral y ya se van detectando algunas obsesiones de los candidatos. La eterna sonrisa de Pablo Casado se congela cuando del asunto del aborto se trata (perdón, de demografía, siguiendo su vocabulario) para lo que cuenta con un variado repertorio de metáforas: "Recursos a favor de la vida", "la cultura de la vida", "el invierno demográfico español"… ¡Qué bonito! Pasa que se emocionó tanto, que terminó contando el proyecto de blindar a las mujeres inmigrantes irregulares que quisiesen dar su hijo en adopción. Por supuesto, ante las reacciones conseguidas, acusó a todos de entender mal el mensaje.

No obstante, lo peor estaba por venir. Teniendo tan cercanas las manifestaciones por la igualdad de la mujer, presenta la Ley de Apoyo a la Maternidad con un excesivo tono paternalista. Erigiéndose en protector y guardián de las mujeres, abusó de la "ayuda", el "amparo"... "la muleta", en una palabra.

Como no participó en la manifestación del día 8, no le quedó bastante claro que la mujer, más que una muleta, lo que quiere es disponer de los medios necesarios para andar por sí misma, tomar sus decisiones y desarrollarse en libertad.

Tiene razón Casado, lo más necesario es tener trabajo y en condiciones igualitarias, pero para eso nos vale con una reforma laboral, tampoco hace falta una nueva ley. Deje trabajo para el arcángel san Gabriel que para eso es el protector, por excelencia, de la gestación y el instructor de las madres.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios