Me han leído en las últimas semanas comentando la parcialidad -que no la subjetividad, cuestión inherente a la condición humana- de los comentarios periodísticos e incluso la variabilidad e incoherencia de los mismos, según la tendencia editorial y/o el personaje del que se estuviera opinando. Curiosamente de una manera casi unánime, favorables a la instalación de una especie de efebocracia que va camino de consolidar un ejercicio político low cost, fundamentado en un relativismo cada vez mas arraigado socialmente y en la que el debate ideológico y la fortaleza argumental son secundarios para darle prioridad a la imagen, la venta de humo, el postureo… para acabar en el insulto y la descalificación facilona del adversario que, si da respuesta contundente, resulta que es agresivo. Pues bien, en este contexto de mercadotecnia electoral permanente en el que estamos instalados, nos encontramos con dos referentes que para sus seguidores van camino de la beatificación mediática. En unos meses comprobaremos la evolución de los hagiógrafos respectivos, con posibilidad cierta de que las cañas se vuelvan lanzas.

Sin embargo, desde mi posición personal, tengo incógnitas de las que se habla poco. La cocina del CIS dirá lo que quiera en base al llamado "efecto Moncloa" pero en la valoración del Gobierno bonito solo aprueba un ministro. Llamativo, ¿no? Nos preguntamos acaso ¿por qué se ralentiza la creación del empleo que denuncia la CEOE? Parece algo descarado afirmar que: "Cataluña tiene un Estatuto que no votó porque el Tribunal Constitucional acotó algunos artículos y que por tanto han de votar de nuevo" y esto lo dice alguien que está gobernando siendo un perdedor electoral. Item más, le piden lealtad a la oposición y la critican por fijar sus líneas rojas ante una posible colaboración de Estado. Por cierto, señor Casado, ya sabemos que habla inglés, qué menos a su edad y en alguien capaz de sacar adelante media carrera en unos meses. Pero insisto, ya habrá tiempo para comentar sus líneas de actuación, su mejor aliado es Sánchez, que tiene a sus barones asustados y ansiando convocatoria de elecciones para no darle tiempo a equivocarse demasiado. En estas estamos y con el bloque constitucionalista roto.