Se incorporó a la vida cuando nadie lo esperaba y su primer gesto fue sonreír. La familia, que ya tenía cinco hijos, ni esperaba ni deseaba uno más en la numerosa prole que ya tenían. No obstante, y por esos designios inexplorados, el benjamín de la casa nació sano y fuerte incorporándose a la vida en una floreciente primavera de la década de los 60. Fue el primer parto de su madre que sustituyó la cama de casa por el paritorio de aquel lejano hospital Manuel Lois. El hecho de incorporarse a una familia con hermanos adolescentes y padres mayores (o lo que entonces se calificaba como "mayores"), por la otra, dio lugar a más de una broma hacia el benjamín de la misma, que hizo alguna vez de juguete de sus hermanos mayores y fue bautizado con sobrenombres y apodos, siempre entre risas por ambas partes. El pequeño de la familia unos días era el Mantequita y otros el Mimao, aunque él contratacaba llamando a sus hermanos El Viejo o El Burro.

Desde siempre inquieto, curioso y ansioso por aprender más de todo aquello que le interesaba, tuvo épocas de obsesión por la música y de flirteo con el teclado eléctrico o con la guitarra, hasta que encontraba otra actividad lúdica con la que volvía a entusiasmarse con el mismo ímpetu: los coches, las Nuevas Tecnologías... Dedicó mucho tiempo a investigar sobre tantas actividades que fue perfeccionando de forma autodidacta, haciéndolo compatible con su trabajo. Sin duda, de todas, la pasión más intensa fue el enamorarse de su mujer casi desde niños, y su amor después por sus hijas y su nieta.

Seguramente ese interés y ese entusiasmo que ponía en todo lo que le seducía fue lo que alimentó ese liderazgo que desplegaba en sus variadas relaciones (con sus compañeros del Puerto, con sus viejos colegas de la C.O.E. 22 a los que nunca olvidó, o con sus amigos del club de ciclismo Noray, que tanto le quisieron).

Insospechadamente, la bicicleta fue el último de sus apegos y el que le aportó esa íntima sensación de bienestar y dicha. Una afición con la que supo aunar dos grandes satisfacciones: el practicar deporte y, sobre todo, el conocer a otros aficionados que le acompañaron en la vida y en la muerte, dando toda una lección de cómo se crece con la solidaridad, con el compartir con los demás lo que cada uno tiene o el placer de echarse unas risas juntos…

Miguel Ángel, más conocido por Pantrigo, se fue hace hoy dos semanas como nació: Cuando nadie lo esperaba y con su sonrisa como último gesto.

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