El progreso humano se evidencia en todas las facetas de la vida; también en las guerras. El conflicto entre Rusia y Ucrania, cuyo detonante está tratando de ser frenado por las instituciones europeas a través del diálogo, no terminaría de estallar en una guerra como las que se han estudiado hasta el momento.

Los avances tecnológicos, la geopolítica, los intereses económicos y las condiciones sociales hacen que las nuevas guerras se desarrollen en escenarios muy diferentes a los que hemos estado estudiando en los libros de textos. No habrá una guerra como la de hace cien años porque las circunstancias son diferentes. 

En el contexto internacional de tensiones entre Rusia y Ucrania se ha recuperado el concepto de guerra hídrica. A diferencia de la guerra tradicional, en la que dos partes se enfrentan violentamente en un territorio concreto, una guerra hídrica deja de lado la actuación de los ejércitos para delegar los actos a otros agentes. "El empleo de las nuevas tecnologías o incluso el empleo de ciberataques, redes sociales y propaganda son características clave a la hora de definirla", ha publicado LaSexta en relación a las declaraciones emitidas por Guillem Colom, doctor en Seguridad Internacional.

La redacción de la cadena también ha contado con el juicio del codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús Antonio Núñez Villaverde. Este experto ha ejemplificado el concepto de guerra híbrida ejemplificado lo ocurrido en el año 2014 cuando unos "hombrecitos de verde, que según Moscú eran ciudadanos privados que habían tomado la opción de defender el Donbás y que, vestidos de uniforme militar pero sin graduaciones ni nada que los identificara como soldados rusos, parecían efectivamente ciudadanos". La realidad es que resultaron ser militares rusos que sustituyeron después a los líderes de las guerrillas prorrusas en el conflicto en la península de Crimea.

También se escenifica la guerra híbrida con el bloqueo que Rusia ha efectuado contra más de setenta páginas web de organizaciones gubernamentales de Ucrania, imposibilitando así el desarrollo cotidiano de la vida. 

Núñez Villaverde también ha hecho mención a las "unidades de fuerzas especiales, que pueden contar con colaboración de ciudadanos locales, actos de sabotaje, destruir centros de mando, almacenes". En este sentido, el especialista apunta a que "prácticamente la mitad de la población ucraniana es prorrusa. Tiene muchos elementos para jugar a su favor".

En definitiva, una guerra híbrida implica ganar "la batalla del relato, crear la imagen de quién se defiende y quién ataca" y así conquistar, en este caso un territorio, sin que un solo militar haya matado a nadie.