Semana Santa

A las puertas de los Mora Claros

  • la cofradía del silencio. Este año se cumple el centenario del Palacio de Mora Claros, hoy centro de Día de la Junta de Andalucía, un espacio emblemático en el entorno de las procesiones

Este año se cumple el primer centenario del Palacio de Mora Claros, un lugar emblemático en los itinerarios de las cofradías, muy especialmente por la vinculación de sus moradores con la Semana Santa, Antonio Mora Claros y Josefa Jiménez.

Principalmente hay que destacar que Josefa Jiménez llegó a ser camarista de honor de Nuestra Señora de los Dolores, de la Hermandad de la Vera Cruz. Una cofradía en la que hay que resaltar el hecho de que fue rescatada del olvido a finales del siglo XIX por un grupo de mujeres, que la reorganizaron siendo estas las que la regían aunque la cuestión de la procesión se dejaba a los hombres.

Su dedicación fue constante y contribuyó al mejor esplendor de la cofradía. Siempre tuvo un sello especial desde su salida el Viernes Santo de 1896 tras su recuperación. En su recorrido desde la iglesia de la Concepción a Tetuán (hoy Mora Claros), Puerto, Monjas, Monasterio (Tres de Agosto), Odiel (avenida de Italia), Ricos y Concepción.

Desde entonces se distinguía en la calle por su recogimiento con el acompañamiento de música de capilla. Salía una vez recogida la Hermandad del Santo Entierro, se quería así recordar el momento en el que la Virgen quedaba sola, por lo que se le llamó "la cofradía de la Soledad de María Santísima de los Dolores". La procesión queda marcada por el silencio y la asistencia de mujeres en el cortejo. Así en aquella primera salida de 1896 destaca "la sencillez en la ornamentación, el orden, la devoción, el sentimiento que producían las melancólicas notas de la capilla entonando el Stabat Mater y sobre todo las dos filas de señoras y señoritas que en número de más de cuatrocientos concurrieron con hachas o velas encendidas, daban a la procesión aspecto tan singular como bello". Un ambiente solemne que hoy incorporan algunas cofradías como algo novedoso y bajo la aureola de lo 'romántico', lo que ya se vivía aquí en la Semana Santa de Huelva. Mirando en su historia hay que volver al palacio de Mora Claros, allí la cofradía como cada año era esperada con toda solemnidad. Aquí se hacía "un alto" y era considerado como "el sitio de costumbre". Allí desde un balcón de la casa el tenor señor Castañón cantaba una plegaria acompañado de orquesta, "viéndose los alrededores abarrotado de público". A la cofradía le acompañaba siempre en su recorrido "una escogida orquesta de capilla". Se decía que la procesión del 'Silencio' "era meditación para la inteligencia, sedante para el corazón y descanso para el cuerpo".

Hay que destacar la aportación al enriquecimiento del manto de la Virgen de los Dolores. En 1919 alquilan a la Hermandad del Valle el manto que adquieren al año siguiente según contrato que firman Antonio Mora Claros en una época en la que su esposa da un gran impulso a la hermandad. Hay que destacar que todo el ajuar del palio de la Virgen de los Dolores no pereció en la quema de la iglesia de la Concepción, en julio de 1936, gracias a que estos se guardaban en las dependencias del Palacio de Mora Claros. Sin embargo aquella cofradía de riguroso silencio que daba un toque especial al final de la Semana Santa se perderá tras la Guerra Civil. Destruida la imagen de la Virgen, la recuperación de la cofradía pasa por la fusión con la Oración en el Huerto y el espacio que deja lo ocupa desde 1937 la imagen de la Virgen de la Soledad, que sale como filial del Nazareno.

Hay que destacar que el palacio era lugar clave en las procesiones desde finales del XIX, por donde pasaban todas las cofradías al acudir a la oficialidad de la ciudad establecida en la calle Puerto. Desde el antiguo Ayuntamiento eran fotografiadas con el fondo del Palacio de Mora Claros.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios