Semana Santa

Las cofradías desbordan la ciudad

  • Las hermandades de La Borriquita, Sagrada Cena, Redención y Mutilados procesionan en el primer día de Semana Santa. Los costaleros sufrieron el calor bajo los pasos por las altas temperaturas.

Un Domingo de Ramos como tiene que ser, con toda la ciudad en la calle vestida de luz y de fiesta. La jornada jubilosa que se abre con el Señor de la Entrada Triunfal en Jerusalén. Un día con cuatro cofradías, con cielo azul intenso y con temperatura especialmente buena. Tanto sol que a las salidas de los templos lo mejor fue buscar algo de sombra. Unas rachas de brisas vinieron bien para refrescar la tarde, aunque no tanto para los palios, que sufrieron con el encendido de la candelería, pero por la noche no hubo problemas. Para sufrir, debajo de los pasos, donde no está inventado -al menos por ahora- el aire acondicionado, lo único que aquí se tienen son los respiraderos. Quien vaya en los costeros, bien, pero en la corriente, en medio del paso, es un poema. Un trabajo duro, bastante duro este año para el personal de abajo. Esa penitencia se aguanta. La de la lluvia es otra cosa.

La de ayer fue jornada de ilusión, de abrir un tiempo nuevo, aunque tantas veces repetido, pero de muchos matices, cargado de emociones en un Domingo especial por la despedida en la víspera de una persona buena, José Vargas Tallón, hermano mayor perpetuo de La Sagrada Cena. Su recuerdo estuvo presente en todo el procesionar de la cofradía, especialmente intenso en momentos como a la salida con ambos pasos, en los que el recuerdo se presentaba en las llamadas a los capataces a sus cuadrillas. Así se ponía en marcha una cofradía. "A Pepe Vargas, hermano mayor en la gloria", esa era la voz de Fernando Melgar a su gente, dedicándolo todo a él y a su familia. Recuerdos que fueron especialmente emocionantes cuando la cofradía llegaba a la calle donde vivía José Vargas, a la de Alonso Sánchez. Todo se hizo silencio; solo se escuchaba la voz del capataz ante la barcaza de pescadores, el galeón del Amor.  Sólo sus ordenes: "Vamos a alargar el compás". El paso, solo andando; la Agrupación Musical de la Cena, destocada en señal de respeto. 35 años cumplía como uno de los grandes proyectos de José Vargas. Arriado el paso a mitad de la calle, se levantó a los tres golpes. El sol besaba como cada año en ese punto al Señor del Amor, en la misma esquina de la casa del que fuera su hermano mayor. Ahí, la agrupación tocó Al hermano mayor, que está dedicada a José Vargas, como hicieron a la salida. El palio de la Virgen del Rosario -con el hermoso tintineo de sus varales- entró en la calle con toda la elegancia y sobriedad que los costaleros le dedicaban. Sonaba Margot con la Banda de la Virgen las Angustias de Sanlúcar la Mayor.

San Pedro venía regalando estampas hermosas de este día desde la mañana, con la procesión de palmas que organiza la Hermandad de la Borriquita. La tarde volvió a dibujarse con la torre barroca del templo más antiguo de la ciudad, donde nació la fe cristiana como amanece el Domingo de Ramos cada año. En este año, pinceladas significativas: la de la cercanía y el compromiso de capataces y costaleros como Manuel Gómez Carnicerito, que se ponía al frente del paso al que le acompaña de nuevo la Banda de la Salud. Hubo un sustillo: el desvanecimiento de José Rodríguez Infante, ex hermano mayor de la cofradía, pero se recuperó. No pudo estar en su casa, donde los Rodríguez y Flichi hacen piña por la cofradía en la misma Plaza de San Pedro. Hasta su casa, como cada año, llegan las imágenes y si emocionante es con el Señor, con la Virgen de los Ángeles todo vibra de una manera especial. Se hizo silencio para escuchar Rocío.

La Virgen de los Ángeles volvía a su plaza cuando la noche caía en Huelva y daba consuelo a tantos días sin ella en su plaza, en ese azulejo que por un tiempo está guardado pero que la hermandad, como ha confirmado a este periódico su hermano mayor, Carlos Longo, volverá a su plaza. Ese día, sin duda, será una fiesta. Seguro que la preparan tantos devotos como tiene la Niña más guapa del barrio.

El Cristo de la Victoria llegaba a San Pedro adornado por el repicar de las campanas de la torre. Bajaba desde San Sebastián por Montrocal, la de Mackay y Macdonald. Este año, el Cristo de la Victoria ofrecía una nueva estampa a las muchas que se les ha visto a lo largo de su historia. Lucía túnica crema y, sobre su hombro izquierdo, un mantolín que cogía el sayón a modo de desposeerlo del mismo.

En el paso del palio de Nuestra Señora de la Paz iba un costalero muy especial, el párroco de la de San Sebastián y vicario de la diócesis, José Antonio Omist, que después de haber probado el año pasado un  par de chicotás con las dos cofradías de la parroquia decidió calzar en la cuadrilla de La Paz, en la sexta trabajadera.

Muchos momentos del recorrido. Nos quedamos con su paso por calle Puerto, a la que accedía desde La Palmera con la salve de la marcha de la Filarmónica de Pilas. Así llegaba hasta el monumento a la Inmaculada Concepción, que cumple diez años de su bendición. Durante todo este tiempo, la hermandad no ha faltado a esa visita que es uno de los guiños que todos deberían conocer de la Semana Santa. Su hermano mayor, Diego Cabrera, acompañado de un servidor de la cofradía, se acercó hasta el monumento para depositar un ramo de flores y rezarle a la Virgen. Luego todo caminó con la misma belleza que desde el principio, con el aroma de azahar de su palio y de los naranjos que le daban escolta.

Desde la Concepción, que celebra sus 500 años, salió la primera de las cofradías, la de La Redención. Se puso en marcha con agradecimiento a la parroquia de la Inmaculada, que los tiene acogidos, y la primera levantá la realizó el párroco Diego Capado Quintana. Aquí se quedó mandando la cofradía Manuel Gómez Carnicerito, -como ha dicho- con su buena familia de capataces que tiene, suficiente para que todo caminara a la perfección tanto en La Borriquita como en La Redención.

Un Domingo de Ramos espléndido, para enmarcar, con una ciudad que se vistió guapa y se echó a la calle con alegría.

La mañana había empezado en la Santa Iglesia Catedral con la misa de palmas que presidió el obispo de Huelva, José Vilaplana, que estuvo también en La Placeta para abrir la Carrera Oficial, acompañando así al presidente de Consejo, Antonio González; al alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez; y al teniente de alcalde de Festejos, Manuel Remesal. Todo ha empezado bien. El buen tiempo también acompañará hoy a las cofradías.

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