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Luis Molina Cobacho: Bancario que lo dio todo por Huelva

Luis Molina Cobacho.

Luis Molina Cobacho. / M. G.

Conocí al bueno de Luis cuando trabajaba en las oficinas de la Caja Provincial de Ahorros de Huelva en Punta Umbría. Él había nacido en el célebre pueblo de Marinaleda, localidad eminentemente agrícola y por donde campaba José María “El Tempranillo”, famoso bandolero que favorecía a los menos agraciados; y también “El Pernales”, aunque este era menos bueno. Más tarde, este municipio se hizo famoso por tener de alcalde, durante más de veinte años, a José Manuel Sánchez Gordillo, que ha sido un auténtico revolucionario y que también apoyó, con sus acciones, muchas de ellas muy polémicas, a los jornaleros más desfavorecidos.

Luis vino al mundo en el año 1953, hijo de un padre que se dedicaba a las labores del campo y de una madre que, según le cuentan, recorría diariamente 10 kilómetros andando para buscar leche de vaca para alimentar a su hijo y a su única hermana, Teófila. Luis siente por su madre un enrome cariño y una admiración grandiosa.

Estudió el bachiller con gran sacrificio por parte de su padres y se examinaba por libre en el instituto de Osuna, para después ingresar en la Universidad Laboral, donde empezó a estudiar la carrera de Arquitecto Técnico, pero no pudo terminar porque su padre cayó enfermo y se tuvo que volver al pueblo a trabajar en un molino de aceite, hasta que con los estudios que ya tenía se abrió hueco y empezó a llevar la contabilidad y también a realizar otros trabajos. Y así estuvo hasta que un buen amigo suyo que era ingeniero informático se vino a Huelva a, la Diputación Provincial, a informatizar facturaciones y nóminas y le propuso que se viniera con él. Y así comienza su periplo onubense, del cual se siente muy contento y orgulloso por haber realizado aquí toda su vida laboral y haber hecho tantos amigos, que me consta que lo quieren muchísimo, yo incluido.

Al finalizar el año 1976 le ofrecen trabajar en la antigua casa Barreiros de Huelva para llevar la contabilidad que, como anécdota, me cuenta que el libro de cuentas abierto tenía una longitud de metro y medio y todo se hacía a mano, pues aún las maquinas calculadoras eléctricas no existían.

A todo esto, se presenta a una oposición a la antigua Caja Huelva y la aprueba, siendo su primer destino precisamente Punta Umbría, donde estaba de director una persona muy querida, Patrocinio González Rodríguez, hermano de nuestro querido amigo Juan, dueño de la librería “La Parada“, puntaumbrieño y librero de corazón. Con Patrocinio hace una gran amistad y, más allá de ser su jefe, forjan una amistad que hoy, a pesar de los años transcurridos, permanece inalterable y los une la bondad de ambos y su afán de servicio a los demás

Él dice que desde que llegó a vivir a este pueblo descubrió que la vida merece la pena vivirse, que aquí tiene una magnífica amistad con todos los que conoció como clientes de la entidad bancaria y que luego se convirtieron en sus amigos. Empieza a nombrarme a unos y a otros y la lista se hace interminable. Y eso lo he podido comprobar yo mismo y lo sigo comprobando cada vez que nos sentamos a tomar café en las agradables tardes de tertulia donde todo el que pasa y lo ve hace una parada para saludarlo y darle un abrazo fuerte.

Tenemos una anécdota muy simpática. Y es que un día se presentó en la cafetería a la hora de tomar una cerveza y había comprado unos chocos para que nos los prepararan y los degustáramos juntos. Puso la bolsa en el suelo y, cual fue nuestra sorpresa, que la dueña vino a advertirnos de que uno de los chocos se había salido de la bolsa y estaba marchándose para la calle. Evidentemente el choco no quería pasar por la plancha, pero al final pasó y dimos buena cuenta de ello.

Se casó con su novia de toda la vida, Manuela Cruzado Romero, que la había conocido en los tiempos en que él trabajaba en Barreiros y ella en la administración de Pavipresa. De su matrimonio nacieron sus dos hijos, Ana y Luis. Ambos son licenciados y entre los dos les han dado cuatro nietos que les dan la vida y hacen muy felices a sus abuelos. Álvaro, el mayor, es un enamorado de Punta Umbría y le gusta mucho la historia de este pueblo costero, sobre todo las historias y leyendas de los piratas “Papasoli” y “Solimán el Negro” que asolaban nuestras costas. Para todos sus nietos tiene palabras de elogio y de cariño. Los adora.

Con el tiempo, empresa en la que trabajaba fue creciendo y creando riqueza en la provincia y a él lo destinan a trabajar en Huelva capital, ocupando los cargos de subdirector y director durante 20 años, en los que conoce a miles de personas de las que termina siendo amigo, siendo Luis cada vez más querido y admirado.

Es curiosa la gratitud que siente por todos sus amigos, a los que no para de dedicarles bonitas palabras de afecto y cariño, igual que todo el que lo conoce hace con él.

Cuando su entidad bancaria financió el Club de Baloncesto “CajaHuelva" se fomentó una gran afición en Huelva por este deporte y Luis, y muchos de sus amigos, con sus hijos, no faltaban nunca a apoyarlo, formando una gran pandilla de aficionados que lo pasaban muy bien y que le sirvió para hacer nuevos amigos.

Cuando le dije un día a Luis que le iba a dedicar en la prensa una breve semblanza a su persona, él me dijo que no merecía ese reconocimiento. Pero yo le respondí que cómo que no. Toda su vida, sin ser de Huelva, lo ha dado todo por ella y por su gente. Y eso es muy importante y merece ser reconocido.

Y para terminar, decir que, aunque Luis y yo llevamos el mismo apellido, no somos parientes. Su Molina viene de Écija y el mío de Moguer, dos preciosos pueblos que admiramos y nosotros, aunque no lo seamos se sangre, nos consideramos como hermanos.

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