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Hallada la primera fotografía publicada de la parroquia de Galaroza tras su restauración en la posguerra civil

La primera fotografía publicada de la parroquia de Galaroza tras su restauración en la posguerra civil

La primera fotografía publicada de la parroquia de Galaroza tras su restauración en la posguerra civil / M.G.

La pérdida del retablo de la parroquia de Galaroza, acaecida el 25 de julio de 1936 a causa del incendio provocado, según diversas fuentes, por extremistas llegados desde la Cuenca Minera onubense, produjo un grave impacto en el patrimonio histórico cachonero. A los pocos años del estallido de la Guerra Civil, se iniciaron los trabajos de reconstrucción que culminaron a finales de los años 40 con un resultado que devolvió al templo, al menos en parte, su grandiosidad artística e histórica. Desde su conclusión, la estética de la parroquia ha estado ligada profundamente a varias generaciones de vecinos y a la sociedad cachonera en general, que ha visto pasar por delante del retablo infinidad de acontecimientos y celebraciones. Ahora se han descubierto las primeras fotografías publicadas tras la recuperación de la iglesia, localizadas en la revista Archivo Hispalense, concretamente en el número 42 de su Segunda Época, publicado en julio de 1950.

El hallazgo ha correspondido a la Asociación Cultural Lieva, que ha adquirido la propiedad de la separata de la revista, advertida de su venta por parte de un colaborador, Emilio Romero, siempre atento a cuestiones históricas de la provincia. El artículo lleva por título Templos restaurados y está firmado por Pedro de San Ginés, quien utiliza un lenguaje propio del nacionalcatolicismo de la época para ensalzar la labor del párroco y aludir al arduo trabajo para reconstruir los muchos templos afectados por la ola anticlerical de los años 30. Califica la restauración de la iglesia de Galaroza como “modélica, de buen gusto y más auténtica piedad generosa por parte de una ilustre dama sevillana cuya preclara memoria cumple ensalzar con alabanza”. También rescata la descripción que del templo hiciera Amador de los Ríos en 1891 y certifica que los ternos regalados por Arias Montano a la parroquia se conservan “con toda su riqueza y su belleza”.

De San Ginés afirma que el nuevo retablo se adquirió en Huelva, algo que no concuerda con los datos de diversas investigaciones. Recientemente, el investigador Jorge Alberto Jordán Fernández ha cuestionado que el origen de esta obra llevada a Galaroza sea el Convento de la Victoria, como se tenía entendido hasta la fecha. Su versión es que este retablo procedería de la antigua iglesia estepeña de la Concepción, que en sus comienzos fue una ermita edificada a mediados del siglo XVI a espaldas del antiguo hospital del Corpus Christi. La pieza sería realizada en los años centrales del siglo XVIII, coincidiendo con las obras realizadas en el templo a instancias del VII marqués de Estepa, y que su ejecución debió correr a cargo de uno de los talleres antequeranos que trabajaron allí durante esa época, el vinculado a Francisco Primo.

El artículo descubierto alude también a la zona opuesta al retablo, la de la entrada principal del templo. Se indica que “acierto supremo es, entre tantos, la adición de una tribuna para el órgano, también ideado por ella (la viuda de Osborne), que se alza en la sobrepuerta al pie de la nave central, con acceso por la escalera de la torre. Obra es, tan ajustada, que no parece sino que siempre estuvo allí”.

Retablo restaurado en 2019. Retablo restaurado en 2019.

Retablo restaurado en 2019. / M. G.

En las seis páginas del texto se incluyen dos fotografías muy concretas que pertenecen al retablo y a la zona de la entrada de los pies de la iglesia. Se aprecia el nuevo órgano adquirido en 1948 a Juan Dourte y su empresa Nuestra Señora de Begoña, fundada en 1915 y ubicada en Bilbao; en el Archivo Parroquial se conserva abundante correspondencia entre el párroco y la empresa sobre el largo período de más de tres años y los avatares que conllevó la instalación final. Según el trabajo de Antonio Valle y Carlos Cardoso en 2020, con anterioridad a este instrumento se tienen noticias de algunos otros en la parroquia, como el que en el siglo XVI pudiera haber donado el propio Arias Montano, o el que se compró en Sevilla en 1625, recogido por Emilio R. Beneyto en sus libros sobre Galaroza. Valle y Cardoso hacen alusión a un trabajo inédito de Francisco de Asís García de Luna en el que menciona otro órgano datado en torno a 1765, realizado por Gonzalo Sousa Mascareñas, adaptado y modificado por Antonio Otín Calvete en 1857, según el mencionado estudio de García de Luna. Ubicado a la derecha del altar mayor, también fue quemado en 1936.

Otras imágenes y referencias del retablo

Si esta es la fotografía publicada más antigua que se ha localizado hasta la fecha, existen otras posteriores, y también anteriores, que recogen el estado del retablo cachonero en sus diferentes etapas. La siguiente fotografía del retablo que se conoce fue publicada en la edición del diario Odiel del día 15 de marzo de 1954. Bajo el título de Tesoro artístico de la provincia, se insertaba una imagen vertical del retablo cachonero junto a la del sagrario de la parroquia de Cumbres Mayores y los altares mayores del Convento de Santa Clara de Moguer y de la iglesia de Chucena.

Retablo antes de la quema. Retablo antes de la quema.

Retablo antes de la quema. / Archivo Tristancho-Lieva, donación de Emlio R. Beneyto

El último hallazgo relacionado con esta pieza patrimonial cachonera fue una fotografía del altar mayor previa a su destrucción, perteneciente a la colección de Cesi Olivera. Hasta entonces, mayo de 2020, sólo se conocían tres fotografías de este retablo quemado en los albores de la Guerra Civil, que ya pertenecían al archivo de la Asociación Lieva por donaciones de Antonio Vázquez y Emilio Rodríguez, quien atribuye una de ellas a Victoria Navarro, hija del alcalde republicano Luis Navarro. Pero esta nueva fotografía aportaba una mayor visión que supera el retablo y presenta todo el altar mayor durante una celebración que parece la de la Inmaculada.

La obra perdida era de estilo barroco, datada en el siglo XVIII, tallada en madera de castaño de gran mérito y proporciones, fruto de la colaboración de artistas cachoneros y portugueses, según la investigación de Alfonso Pleguezuelo. Este historiador cataloga la obra dentro de lo que se ha denominado ‘estilo nacional portugués’ e indica que los trabajos de instalación se datan a finales del siglo XVIII, impulsados por mandato del Arzobispo Jaime de Palafox y Cardona y financiados por los propios vecinos en gran parte. Emilio R. Beneyto aporta que en 1699 se produjo la tercera visita de Palafox a Galaroza, en la que se tomó la decisión de construir un retablo en el Altar Mayor.

Según el historiador serrano José María Sánchez, a principios del siglo XVIII hay datos de dos maestros portugueses trabajando en la Sierra, concretamente Manuel Pinto y Custodio Álvares, que viven en Galaroza, desde donde atienden encargos en poblaciones del entorno, y que fueron los encargados en 1690 de realizar tanto el marco arquitectónico como las esculturas que había de contener, así como entallar y ensamblar las piezas serradas por otro portugués, Pedro González, junto al cachonero Manuel Ruiz. Los dorados se ordenan en 1713 y se prolongarían durante varios años.

Finalmente, tanto Pleguezuelo como Sánchez coinciden en que los maestros portugueses no ejecutaron las esculturas prometidas, teniendo el mayordomo que contratar estas tareas con el escultor sevillano Pedro Roldán. Tampoco Pinto y Álvares realizaron el ensamblaje, atribuido a otro artista luso, llamado Félix “el Portugués”. A finales del siglo XVIII el retablo tuvo que desmantelarse con motivo de obras de importancia en la parroquia.

La quema de la iglesia

El día 25 de julio de 1936 fue una fecha funesta para el patrimonio religioso de Galaroza. Esa jornada, tan simbólica para la población al celebrarse la onomástica de su patrona, la Virgen del Carmen, fue incendiada la Ermita del Carmen y también la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción. El trabajo ‘La apostasía de las masas. Persecución religiosa en la provincia de Huelva’, de Juan Ordóñez Márquez, se ocupa de esta destrucción y describe la pieza como “de estilo barroco, siglo XVII, todo tallado en madera de castaño, de mérito extraordinario, de proporciones colosales y de incalculable valor”. Además, en el templo ardieron siete retablos de estilo corintio, dorados y estucados, otro moderno y todo dorado que ocupaba Nuestra Señora de los Dolores, otros dos retablos más, “un poco inferiores que los anteriormente mencionados, pero bastante buenos”, según el catálogo de Ordóñez. En total, se perdieron once retablos si hacemos caso a la descripción de este autor.

Causa general de daños y víctimas. Causa general de daños y víctimas.

Causa general de daños y víctimas. / M. G.

En cuanto a las imágenes quemadas, la relación continúa hablando de una talla del Patriarca San José, otra de San Ildefonso, San Agustín y de San Pantaleón. Numerosos objetos de culto entran en la lista, relacionados con la orfebrería o prendas textiles. En un informe municipal de la época se recoge el suceso y los bienes quemados, una relación sensiblemente inferior a la que se indica por parte de Ordóñez, apareciendo como “perjudicado” el Arzobispado de Sevilla. Según este documento, las personas sospechosas de participación en el delito fueron “desconocidos, varios extremistas de la localidad y forasteros, en su mayoría, a quienes les fue aplicado el Bando de Guerra. Y otros que sufren condena en diversos establecimientos penitenciarios”.

La restauración y la labor de María Teresa Vázquez de Pablo

Tras la tragedia patrimonial, se intentó llenar el vacío en los templos para reanudar el uso religioso de los mismos en condiciones normales. En la parroquia, el retablo mayor fue sustituido por otro llegado desde la localidad sevillana de Estepa, donado por María Teresa Vázquez de Pablo, viuda de Osborne, que cuenta con una calle a su nombre en los alrededores de la iglesia que honra su labor benefactora hacia Galaroza. La obra de adaptación al hueco existente fue obra del carpintero cachonero Rafael Fernández Fernández, según Rodríguez Beneyto.

Los trabajos de restauración del templo fueron impulsados por Vázquez de Pablo, quien no solo trajo el retablo, sino que coordinó una serie de iniciativas que acabaron por conformar las dos imágenes que aparecen en el artículo de 1950 descubierto en Archivo Hispalense. La labor fue ardua, con actuaciones como la elaboración de un inventario de bienes fechado el 11 de mayo de 1938, y se conservan documentos que atestiguan el tesón de la Señora en este empeño. Por ejemplo, la correspondencia de 1945 con el insigne arquitecto Aurelio Gómez Millán, a quien le habría encargado el coro para esta iglesia.

Homenaje a María Teresa Vázquez de Pablo. Homenaje a María Teresa Vázquez de Pablo.

Homenaje a María Teresa Vázquez de Pablo. / M. G.

El párroco cachonero Fernando Vázquez Rodríguez escribe el 21 de marzo de 1944 a la Junta Nacional de Reconstrucción de Templos Parroquiales para pedirle 150.000 pesetas destinadas a la reparación de los daños que todavía existían. Unos recursos con los que, junto a las aportaciones vecinales en dinero y en trabajo, pretendía recuperar el ornato necesario para sus actividades. La viuda de Osborne se interesó por esta petición, escribiendo nada menos que al Ministro de Hacienda, el sevillano Joaquín Benjumea Burín, con quien se aprecia un trato amistoso en la correspondencia. Será Benjumea quien le informe mediante carta de 19 de julio de 1944 de la concesión de la subvención íntegra por parte de la Dirección General de Regiones Devastadas.

Probablemente, la influencia de Doña María Teresa tuvo mucho que ver en la asistencia del propio Cardenal Segura, Arzobispo de Sevilla, a la inauguración de la Capilla del Sagrario de la parroquia de Galaroza, que tuvo lugar el 10 de octubre de 1943.

Además de estas referencias, se conservan otros rastros de la labor de reconstrucción del templo centradas en la herrería, como la labor de Ovidio Ortega, que legó un diario contable con infinidad de trabajos. Muchos de ellos tienen relación con la parroquia, como los encargos de Doña María Teresa Vázquez de Prado y otros fechados en los años 30 y 40 que sin duda formaron parte de la reconstrucción del templo.

Los últimos trabajos de restauración de la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Galaroza son recientes. Datan de 2019 y fueron impulsados fundamentalmente por la Comisión Parroquial de Galaroza. Realizados por Daniel Sánchez Vázquez y su taller de carpintería artesanal religiosa, abarcaron toda la estructura, de 14 metros de altura por 10 metros de ancho, aproximadamente, así como sus imágenes. Entre ellas, destaca la Purísima Concepción, cuya hechura está documentada en 1798 por parte de Juan Bautista Petroni. También se ha restaurado toda la imaginería del retablo, consolas, marcos, blandones, sagrario, manifestador, los cuatro arcángeles ceriferarios, peanas y otros elementos. Los autores de la restauración opinan que existen tallas relacionadas con autores tan fundamentales para la imaginería andaluza como Martínez Montañés, Astorga, Cristóbal Ramos o Montes de Oca.

La inauguración de las obras y la reapertura al culto de la parroquia tuvieron lugar los días 23 y 24 de noviembre de 2019, con un importante programa de actividades coronado por la participación del Obispo de Huelva del momento, José Vilaplana Blasco. Los costes fueron sufragados por los recursos obtenidos por la Comisión Parroquial, además de los aportados por varios vecinos y cachoneros como Antonio Domínguez.

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