No va más

Tres hispanohablantes hablando con traductor por medio. Este esperpento no se puede contar fuera

La noticia la han dado muchos medios: tres personas que hablan español como usted y como yo conversan entre ellos y tienen que usar intérprete. Cómo no, la cosa sucedió en Barcelona, esa ciudad otrora mágica y hoy una auténtica piltrafa social de odio y delirios puramente fascistas. En un estudio de la TV3 fue el esperpento, canal de televisión en el que se cultiva veinticuatro horas al día el fascismo más atroz, aquel que consiste en tratar a los adversarios poco menos que como cucarachas que no tienen derecho a la existencia. Estaban sentados la presentadora del régimen, la ruinosa alcaldesa de la ciudad y el alcalde de la colombiana ciudad de Medellín. Dirán ustedes que la presentadora se dirigía al alcalde de Medellín en español, idioma común a ambos interlocutores. ¡No! Lo hacía en catalán, idioma, como sabemos, muy extendido en Colombia y que hablan millones de hispanoamericanos. Naturalmente el alcalde colombiano no entendía a la endeble mental de la presentadora y allí fue que la descalabrada alcaldesa de Barcelona se ofreció de traductora. Escenario, conversación y espectáculo único en el mundo. Tres hispanohablantes hablando con traductor por medio. Este esperpento no se puede contar fuera de aquí. Espero que la noticia no haya sido muy difundida en el extranjero porque corremos el riesgo de que nos tilden a todos los españoles de locos de atar. ¿Se imaginan dos irlandeses hablando con un inglés y uno de ellos hablando en gaélico y el otro traduciendo?

Esta historia es una foto fija de una nación que se disuelve como un azucarillo en un café. Nos hemos acostumbrado al no pasa nada, a tragarnos un vagón del AVE todas las mañanas y a volver a repetir incesantemente que no pasa nada. Pues sí pasa, aparte del ridículo internacional que hacemos y de que seamos el hazmerreír de medio mundo, pasa que una nación sin una lengua común que la vertebre, que recorra su médula de arriba abajo es cualquier cosa menos una nación. Lengua trimilenaria de la que un hatajo de fascistas, supremacistas, racistas y xenófobos hacen mofa y escarnio todos los días a todas las horas. Naturalmente que hacen befa de esta lengua, una de las constructoras de la cultura occidental, porque quien puede parar esta infame cacería no lo hace. En aras de un muy mal entendido consenso la nación se desgaja y se va a freír espárragos. Alguien con mucho más peso que yo se tendrá que levantar una mañana y, como el buen alcalde de Móstoles en 1808, con la bestia napoleónica a las puertas, grite: "La patria está en peligro. Españoles, acudid a salvarla".

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