Decreto-ley 555/2023 de 9 de noviembre, por el que se adoptan medidas de prohibición y anulación de cualquier cena, comida o merienda organizada con los compañeros y superiores del lugar de trabajo con el único objetivo de salvaguardar la salud mental y laboral en el ámbito de las relaciones interpersonales”.Ya empiezan a sonar los teléfonos de aquellos restaurantes que cada año acogen a hordas de asalariados vestidos de domingo y que rezan a Santa Rita para que no les toque sentarse a comer al lado del jefe o la jefa. –¡Oh! Santa de lo imposible, patrona de los necesitados, no permitas que me den la cena, con las pocas ganas que tengo de ir…–.

Este año, según el Decreto que me he inventado, se prohíben: alguien lo tenía que hacer. Viendo cada día las mismas caras no puede ser que tengas ganas de salir a cenar con ellos. Pero si eres de los que te apetece puede ser que: o no tengas amigos y es una de las pocas oportunidades que tienes para salir de fiesta con gente que conoces o tienes familia y aprovechas esta ocasión única, como cada año, para que el aire acaricie tu rostro y puedas dejar de ser por unas horas madre, padre, mujer o marido, comer y beber en exceso, fumarte un cigar y reírte hasta de tu sombra. Esto último no suena mal, tampoco quiero quitarle la ilusión a los pocos que disfrutan de las cenas de empresa. ¡No nos dejemos engañar! Estos casos representan un 2,5 % del total, no son la norma.

Según un estudio realizado por la World University de Benalmádena, hay más cenas de empresa que empresas. Esto significa que los autónomos y los desempleados también tienen derecho a reunirse, e incluso a regalarse cestas de navidad. Este colectivo está exonerado del decreto ley, pueden hacer lo que les de la gana. Incluso aprobaría un bono para que la cena y la cesta les saliera gratis, sobre todo a los autónomos, pobrecitos.

Otro estudio avalado por la Universidad del Amor de Cincinnati nos revela que el 69% de los encuestados afirma haber tenido un desliz en la cena de empresa, pero que se han arrepentido mucho durante una año entero, hasta que se ha vuelto a celebrar la siguiente, y lo han vuelto a hacer.

Dicen que el ambiente relajado e informal de la celebración sirve de motivación a la plantilla, repercutiendo favorablemente en la productividad, la comunicación y las relaciones. No me invites a comer, regálame un buen jamón, verás que contenta llego al trabajo. O un día de asuntos propios: no verás una cara que transmita más felicidad.

Que no, que la mayoría de las personas sanas y de mente clara no quieren cenar con sus colegas del trabajo, no se soportan. Falsas sonrisas heladas, risas de lata, gomina en el pelo y medias que no aguantan. Entrantes fríos, calientes, vino bueno y una fanta de naranja, que dicen que la levanta. Este año no hay cena, lo de la cesta me parece bien si es de las buenas. Si quieres un buen plan queda con tus amigos: aunque no te caigan bien en el fondo los quieres más que a nadie. ¡Feliz navidad!

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