Hacecalor, mucho calor. Y en respuesta a este termómetro de julio que nos acompaña desde abril la naturaleza a los onubenses nos regaló la playa. A la playa de cabeza… Pronto te das cuenta que tu vida ha cambiado. Con un bebé de dos años es diferente.

Los preparativos ya se las traen. Atrás queda la mochila semivacía con una lata, la toalla y si acaso un paquete de patatas. Eso de improvisar un ¿alguien se apunta? ya es ciencia-ficción. Para arrancar hay que echarle un par de horas en casa y dos viajes al coche para cargar. Bolsa con todo lo que pueda surgir, sombrilla, toallas, recambio de ropa, pañales, cremas, el saco de juguetes, la nevera llena de cosas que no vas a probar y el carro, que no vas a sacar pero llevas dentro del apartado de los por si acaso.

Nunca he sido de jornadas interminables de arena y sol. Soy más de ratitos con amigos. Llegar a primera hora de la tarde y volvernos cuando comienza a caer el sol. Ahora hay horas vetadas por el calor. O muy temprano o tarde. Vas a la playa porque el sol te obliga pero huyes de él. Fijas las 10:00 como hora de salida. Implica que poco después de las 8 estás operativo con los preparativos.

Logras cumplir el plan. A las 10:05 te ves cruzando el puente del Odiel y el cerebro traicionero te recuerda alguna vez cruzándolo a esa misma hora en sentido contrario de regreso de Punta. Te consuela saber que quienes iban contigo en el coche aquel día comparten tu misma realidad.

A las 10:15 estás en el Cruce. Giras hacia Los Enebrales para buscar un hueco donde aparcar. Piensas que nos han vuelto a encerrar en casa y no lo sabías. No hay nadie. Lejos de buscar tienes que elegir donde te quieres parar. No recuerdas la última vez que viste algo así. Al final lo haces junto a uno de los chiringuitos. Descubres que también ponen desayunos.

Desembarcas. Primer viaje con sombrilla, silla y niño. El segundo con el resto de la impedimenta. Son las 10:30 y si miras a tu alrededor solo ves alguna familia que te comprende. La solidaridad.

Piensas que te vas a sentar, tu hijo se va a entretener haciendo castillitos y podrás disfrutar de un par de horas de relax. Corres, te mojas, corres, te vuelves a mojar, corres, evitas que se coma la arena o confunda las conchenas con galletas. Corres, te mojas, corres.

Son las 12:00. A tu alrededor cómo la playa se ha ido llenando sin darte cuenta. Comienzas a recoger. Dos viajes al coche. Todo lo que llevas en el primero no lo has llegado a usar. De pie junto al coche le das un buche a la coca-cola que te llevaste por orgullo. No te vuelves de la playa sin abrirla. Tu aparcamiento es una suerte de bote del Euromillón al que le toca (la próxima vez lo subasto en Wallapop). A las 12:15 cruzas el puente del Odiel de regreso. Miras el tráfico con el que te cruzas. Te caen mal.

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