Si introducimos la palabra "ruleta" en el buscador Google, las explicaciones de Wikipedia aparecen escondidas entre decenas de apartados que nos incitan a jugar en línea. Antes de la era digital, la ruleta, con antecedentes en la Edad Media, era considerada como el paradigma de la ludopatía. La hemos visto como pieza central del escenario del casino, alguna vez en la realidad y bastantes en películas con decorados suntuosos, humo en el ambiente y el atractivo glamuroso de las mujeres, que añade la sugestión erótica al vicio del juego. Dostoievski lo reflejó magistralmente en su novela El jugador, a la que trasladó su propia experiencia. Añadamos que los 36 números de la ruleta suman 666, la marca de la bestia, de Satán. Sin embargo, este juego podría calificarse de justo, si no existiera el cero, que lo desequilibra a favor del casino, que se queda con el 2,7% (una parte de 37) de lo jugado, para los gastos y beneficio empresarial.

Nada que ver con nuestra popular lotería de Navidad, que de los 3.400 millones de euros de recaudación, reparte tan solo el 70%. Descontando los gastos, el Tesoro Público se queda con el 22% neto, al que hay que sumar el "impuesto de la solidaridad", otro 20% que el Estado cobrará este año a los premios de más de 10.000 euros. Sin embargo, la imagen que nos transmite en la publicidad, en un magistral ejercicio de cinismo, es la de que la lotería es una inofensiva y casi obligada tradición navideña. Esto no sería tan censurable y podría considerarse como un medio más de incrementar sus ingresos, si no fuera porque fomenta la ludopatía, patología que afecta en mayor o menor medida a un porcentaje considerable de la población.

La responsabilidad del Estado llega más allá, con la tolerancia a la invasión de la publicidad de juegos y apuestas, que invaden dispositivos móviles y medios audiovisuales en general, contratando como prescriptores a personajes populares del deporte o de la televisión, que animan a la población a consumir azar con el señuelo de importantes ganancias e incluso con regalos iniciales de dinero para propiciar el "enganche". La "plaga", en escalada alarmante, incide principalmente en la población infantil y juvenil, con menores defensas para prevenirse frente a este colosal e inmoral negocio. ¿Han oído a algún político proponer medidas correctoras? Espero que alguno de ellos tome estas líneas como aviso a navegantes.

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