La liberación de la Escultura

'Escultura liberada' en el Real Alcázar de Sevilla, generosamente abierto desde hoy a la propuesta del OCIb

El Otoño Cultural Iberoamericano (OCIb) nació en 2008 con el objetivo de contribuir a establecer vínculos culturales entre los pueblos que forman la comunidad iberoamericana y a fomentar la conexión cultural Europa-América, partiendo del papel que España, y especialmente las provincias del occidente andaluz, han desempeñado en la historia común. Desde estas premisas, el OCIb ha venido presentando en sus ediciones sucesivas una programación diversificada y flexible que le ha permitido proclamar que "nada de la cultura iberoamericana de calidad nos es ajeno". El año 2020 quedará señalado como el de la invasión de una pandemia que, además de causar millones de víctimas e incalculables daños, ha herido gravemente el tejido cultural de la sociedad. En estas perturbadoras circunstancias, las nuevas tecnologías han suplido en cierta medida las restricciones en la concurrencia a actos públicos, y a través de las pantallas se han programados conciertos, exposiciones de pintura y fotografía, conferencias y mesas de debate… en dos dimensiones. Sin embargo, la escultura ha tenido una especial dificultad en mostrarse en las tres dimensiones que constituyen su esencia.

En este escenario surge en el OCIb 2020 un proyecto que pretende ayudar a "liberar" de su confinamiento al arte escultórico y a la cultura en general. Tras una primera edición, con la exposición de nueve escultores en el Centro Cultural José Luis García Palacios, ve la luz esta segunda Escultura liberada. Intérpretes de la materia, con características propias que refuerzan su proyección: el número de artistas se amplía a veinte, de los cuales seis proceden de países hispanoamericanos; se establece un diálogo entre la escultura y la fotografía de la colección Venus petróleo, y se presenta en un espacio absolutamente singular, como es el Real Alcázar de Sevilla, generosamente abierto desde hoy a la propuesta del OCIb.

Múltiples afanes de los componentes de la Asociación Cultural Iberoamericana, el apoyo de los fieles patrocinadores del OCIb, la ayuda sin reservas prestada por otras personas y entidades, han confluido para permitir que la inspiración de los artistas se haya plasmado en una magna exposición. Estoy seguro de que su huella no será efímera, sino que perdurará en el tiempo propiciando nuevas iniciativas con las que el OCIb continuará cumpliendo su función de puente entre continentes.

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