Sin freno

Cuando las averías de un coche se van dejando de arreglar, de pronto sucede y el coche se para

En los cuarenta años que llevamos de régimen constitucional ya hemos tenido de todo, hasta golpes de Estado. Uno en febrero de 1981, este fue a cámara rápida y otro, el de ahora que es más lento. Aquel fue en un día, este lleva más de un año. Hemos tenido gobiernos aceptables, inaceptables y mediopensionistas. Nos han engañado algunos, nos han estafado otros, nos han robado todos, pero ninguno nos había insultado directamente. Nadie nunca le había dicho a los españoles son ustedes un hatajo de tontainas y de endebles mentales. Pues nada, llegó el día. Ha llegado el despiporre, la falta de respeto y aquí ya vale todo. El pasado viernes en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, la señora vicepresidenta quitó de en medio a la ministra portavoz y tomó la palabra. Dijo las habituales mentiras e incongruencias, pero dentro de un orden, más o menos en ese estilo indocto, torpe y atrancado al que nos tiene acostumbrados ella y una buena parte del hemiciclo parlamentario. Más llegó el momento cumbre. Un periodista le pregunta que si tiene algo que decir de la escandalosa contradicción en la que vive el presidente del Gobierno después de haber dicho hace unos meses que el golpe de Estado en marcha en Cataluña era un clarísimo delito de rebelión, como lo ve el juez instructor y la fiscalía, mientras ahora, arrodillado ante los golpistas, violenta a la Abogacía General del Estado, para que retire la acusación de rebelión que él mismo había denunciado. La respuesta de la señora Calvo fue de Guinness: el que dijo aquello era Pedro Sánchez, el que defiende lo contrario ahora es el presidente del Gobierno.

Esta tomadura de pelo, este descaro a la hora de minusvalorar a la ciudadanía, este tratar de idiotas a los españoles es algo sencillamente insoportable. Por supuesto que en cualquier país democrático que se precie de ello estaría cesada, expulsada y no sé qué más. Cualquier cosa menos esto que ahora se lleva tanto de que aquí no ha pasado nada. Se hacen y se dicen barbaridades y no pasa nada. Hoy una buena parte de la clase política miente, estafa en la publicación de sus currículos, son cogidos en flagrante apología del delito en conversaciones propias de hampones, dicen blanco por la mañana y negro por la tarde, ayudan a los enemigos de la Constitución y de la nación y aquí no pasa nada. Los que no hacen estas cosas se dedican a contemplar el paisaje, con algún enfadito de vez en cuando para que no se diga. Y no pasa nada. Cuando las averías de un coche se van dejando de arreglar, de pronto sucede todo a la vez y el coche se para, se muere.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios