D ESPUÉS del fiasco propagandístico de la destrucción de las armas de ETA, comprobamos, sin embargo, la fortuna de este Gobierno ante la evidencia de situaciones delicadas en el día a día de nuestro país siempre surge alguna noticia que le permite distraer la atención pública y camuflar el impacto de lo más trascendente y aupar a los titulares otros hechos. Sin duda, errores que bien manejados mediáticamente, crean opinión en la línea más cómoda y favorable para el Gobierno en su pulso frente a determinadas estructuras institucionales que son punto de partida de nuestros preceptos constitucionales.

Y es que frente a los cuatro millones, de momento, de parados contabilizados, el pulso notorio para controlar políticamente el CGPJ tras el cambalache con la Dirección de RTVE, el debate sobre las restricciones y/o unificación de las medidas a tomar frente a la pandemia de cara a Semana Santa - no olvidemos y lo estamos sufriendo, que los errores de hoy se transforman en "duelos" del mañana - máxime, cuando ya comienza a haber repuntes en Europa relacionados con las nuevas cepas; la controversia sobre el control y transparencia del reparto económico de las aportaciones europeas… podríamos seguir, nos encontramos con nuevos errores que salpican a la Monarquía una vez más.

Este por pretendida afinidad familiar que ya, desde 2014, no institucional, tal cuales son Elena y Cristina, hermanas, no más, de Felipe. Si está aceptado que hijos y nietos no son responsables de hechos relacionados con abuelos y padres -esto es defendido ardientemente por aquellos mismos que piden la comparecencia del Rey- naturalmente que no podremos, pues, hacer responsable a Felipe VI de actos ajenos a su propia y personal actuación, solo extensiva a los miembros de la familia real. Mientras, los medios, editoriales, tertulias… afines al poder, se esmeran en debatir la cuestión de las vacunaciones fraternas como si fueran cuestión de Estado, en un tsunami de deterioro del modelo monárquico y, sin embargo, las vacunaciones indebidas de políticos, politiquillos, listos, oportunistas, '¿equivocados?' … quedaron en mera marejadilla.

Las vacunaciones de doña Elena y Cristina, son mal ejemplo ciudadano, insolidario… y lo que quieran en dimensión similar a la de los ya aludidos. No, no defiendo a la Monarquía, mis criterios se sustentan en los principios de una Constitución democrática y libremente votada, pero sí me atrevo, como demuestra la historia, a dar un aviso a esos medios que están sembrando contra este sistema, que acabarán siendo víctimas de su propio entreguismo sectario y no será porque el vicepresidente no lo recalque con claridad y sin engaño. De cualquier manera, en esto de los errores, sus pretendidas secuelas y al margen del comentado, siempre nos quedarán los "errores tecnológicos" de RTVE, lo malo es que lo hacen con el dinero público.

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