Puntuales, con paciencia y en muchos casos luciendo sus mejores galas. No era para menos. La vacuna ha sido el maná con el que llevamos un año sonando, la única solución a falta de medicina para combatir a la Covid-19 es no contagiarse. Y es precisamente ahí donde nos han dado nuestros mayores una lección. Si hay una grupo de edad que ha demostrado disciplina, capacidad de sacrificio y respeto por las medidas es el de las personas que desde la experiencia han combatido desde casa al bicho que nos atenaza. Verlos desfilar el sábado, en esa hilera de coches tan bien captada por Josué Correa, nos permite pensar que quizá el final de este tortuoso camino no queda tan lejos. La pandemia y su crisis transversal nos han enfrentado a muchas colas, algunas muy duras y tristes por sus consecuencias. Ya era hora de esbozar una sonrisa ante una de ellas, una hilera de esperanza.

De todos los colectivos que formamos esta sociedad en la que nos toca vivir, quien más responsabilidad ha demostrado es quien más vulnerable es. Las caras de ilusión y emoción entre quienes acudieron al Nuevo Colombino nos deben servir de modelo. Ya están vacunados los mayores de 90 años. Para muchos el paseo hasta el estadio fue una recompensa a tantas tardes vistas desde el cristal de una ventana. En su camino pudieron ver la Ría, el estadio para los recreativistas y la ciudad que late a medio ritmo sin sus pisadas.

La vacunación en Huelva, Bonares o Aljaraque nos demostró que estamos preparados. Tenemos profesionales capacitados y un sistema sanitario que responderá como lo ha hecho hasta ahora. Organizados, rápidos y eficaces, los profesionales lanzaron un mensaje a la administración: "Nosotros estamos listos, os toca". Nos faltan las vacunas, las dosis necesarias para poder repetir esas imágenes de forma diaria. Si las farmacéuticas y los políticos que tratan con ellas logran desbloquear la producción en lugar de pelearse por cuestiones que nos importan más bien poco, podremos cumplir esos porcentajes que llaman de rebaño para permitirnos recuperar nuestra vida.

Mientras tanto, aprendamos de nuestros mayores. Respetemos las normas para esperar con paciencia nuestro turno. Más pronto que tarde también haremos cola cargados de esperanza.

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